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En el trabajo de campo, en cambio, la uniformidad y el ángulo de visión con que miramos el vasto plano, las dificultades de acceso debidas a la muy baja profundidad, la imposibilidad de contrastar cualquier clase de sospechas con una simple mirada, conforman dificultades que la imagen satelital acerca resueltas. Por ello aquí, a esta agua del frente deltario central, fuimos a corroborar. No a descubrir. Nuestro trabajo creativo empezó regalado por la mirada, sin siquiera buscar; pues tan sólo habíamos comenzado a mirar, por curiosidad. Con esto queda claro que ninguna especialidad nos preparó o movió a ello. Hacía casi 30 años que habíamos dejado la actividad náutica; pero el eureka que surgía a cada instante de las imágenes del satélite (algunas muy detalladas), nos atrapó. La mirada humana, la más inocente, tiene la mismas posibilidades del regalo eurístico que la más prepotente. Incluso diría, que tiene más posibilidades. Me ha pasado, descubrir de a poco, lo que ni siquiera buscaba. Ninguna base académica me asiste, reitero, otra que no sea la que con libertad de mirada repentina advierto. No es falta de respeto. En todo caso será falta de conocimiento. A cambio de esta falta siento me sostienen otros cimientos que me dan sustento. Un deseo de avanzar mantiene mi mirada puesta en el mismo lugar, en una misma flor que me amanece y siembra su intuición y me regala el ánimo y sorprende mi atención en el trabajo. Quien haya transitado estos senderos reconocerá esta marcha lenta y gozosa; pausada y acumuladora; que cada día recibe consuelo y alguna alegría en su soledad; en su mismo ánimo, repito; en la confianza con que amasa su trabajo afectivo. Hoy la Internet me permite escribir directamente en ella y ya me ha hecho sentir premio por mis trabajos. He podido comprobar su relativa seriedad. No he decir que la Internet fuera mi Musa; sino que en ella mi Musa también se expresa y regala aprecios. Que ya sabrá ella a quién van dirigidos. La privacidad, la afectividad y la espontaneidad han sido siempre en estos 30 años, las tres patas donde se ha apoyado mi creatividad; y toda la confianza que con muy buen ánimo viene acompañando. Esto fue más que suficiente para empezar y lo sigue siendo para continuar. Estas introducciones asistan entonces mis reforzados diagnósticos; que una vez más, por sus gravedades y sus proyecciones me mueven a insistir. No son pocos los principios que, al menos en su generalización, fueran después de cien años, observables para hacerles unos cuantos ajustes de criterio. Así la teoría de los cordones litorales y el oleaje oblicuo me resulta hoy, tan pobre como ayer; por no haber buscado de resolver las mil excepciones que caben a semejante pretensión; al menos, en aguas estuariales, bien caldeadas y tan contaminadas en sectores urbanos, que han dejado de ser aguas. Cada vez me resulta más compleja la descripción de tantas naturalezas que aparecen disociadas en los flujos. Pero esa complejidad no me ha hecho prisionero; por el contrario, me ha movido siempre a transitar por esa pequeña porción del sendero que cada día veo abierto para recorrerlo. Así, nunca prisionero. Ni de un catecismo, ni de una creencia. Sólo enamorado de una Musa y una intuición a la que pongo mi esfuerzo. Entrado a tallar incisiones más profundas en mis propias anteriores conclusiones, este viaje al sector de los pozos del Barca Grande me ha permitido sentir la cercanía y el encierro que se ha ido creando en los últimos 40 años frente al Correntoso, Barca Grande, Miní y sus demás hermanos. De aquí entonces que mi mirada se abra a considerar situaciones hidro y termodinámicas comparables a las que presentan todos los tributarios estuariales, otros que no fueran los de este frente deltario central; a los que de alguna forma, originalmente había excluído en mi imaginario, de sostener comportamientos de salida opuestos a los flujos en descenso, por los mismos motivos que pesan en los anteriores. Ahora no sólo advierto que cumplen el mismo rito de salida, sino que parecieran hacerlo con más energía. En ellos, merced a una condición del estuario, muy interior, este efecto de salida a contrapelo, luce incomparable. Si hay un lugar donde advertir la pobreza de la teoría de los cordones litorales y el oleaje oblicuo, es aquí. Ver adicionales y enriquecedoras precisiones en las imágenes finales de /fondo3d.html La página anterior que acerca los gráficos del estudio que el Dr, Menéndez hiciera sobre los flujos y las mareas, nos descubre cuánta resolución adicional sería necesaria para comenzar a mirar estas cuestiones en este preciso pequeño sector del estuario central. No sólo entonces tenemos un catecismo que pudiera alejarnos de mirar con mayor libertad y por ello, con renovada atención a estas áreas; sino que advertimos que las miradas de los investigadores, por la enorme escala que abarcan sus miradas, pudieran demorar cien años en aterrizar en estas minucias de gravedad y trascendencia incomparable. La posibilidad de afirmar estos estudios que sin duda caben con urgencia, se alcanza con tener apropiada embarcación, liviana y de muy bajo calado con motor fuera de borda, de eslora no menor a los 4 o 5 m; de manera de lograr con comodidad llevar 3 tripulantes, las herramientas de extracción, los envases para las muestras, los termómetros digitales con tres sondas mínimas de 1,5 m, 4,5 m y 12 metros de largo y los anotadores del caso. En jornada de 8 hs es posible realizar el viaje y volver cargado de información. Nuestra primera incursión fue realizada en tan sólo 4 hs., para volver encantados con lo alcanzado a saborear. El estudio de flujos disociados reclama de estructurado trabajo de campo para lograr acumular la materia de prueba que eche por tierra con la teoría del oleaje oblicuo, hasta hoy aplicado para echarse a dormir; tanto en estas áreas como en las no menos importantes riberas estuariales urbanas argentinas. En estas áreas los flujos salen como en los demás tributarios, en dirección contraria a los flujos. Pero no alcanzan aun a desarrollar cordones litorales, sino extensas áreas de sedimentación hacia el Norte de sus salidas, que ven drásticamente acotados sus procesos al encontrar transversalmente los flujos de salida del tributario superior; ésto es: al Norte del tributario cuyos flujos transportan estos sedimentos. No olvidemos que la hipótesis de la influencia de estos desarrollos cayendo su peso sobre los cascos sumergidos, algunos ni siquiera declarados en las documentaciones del Servicio de Hidrografía Naval, pudiera explicar la no advertible naturalidad de estos desarrollos y por ello no resultaba sencillo extrapolarlos. Allí forman apéndices peninsulares, valga el pleonasmo, muy pronunciados: apéndice del Correntoso formado por los flujos del Barca Grande; y apéndice del Barca Grande formado por los flujos del Miní. Que también encuentran correlato del otro lado de los profundos pozos del Barca Grande, en los extraordinarios desarrollos sedimentarios hacia el Este y hacia el Norte que presentan las islas Oyarvide y Matón; tanto, ya aflorados, como sumergidos.
El enfoque preciso de estas áreas y sus desarrollos recientes, permitirá acariciar con mucho mayor cuidado el tema de los flujos en el sector que corresponde a nuestro país cuidar; pues ningún otro país lo hará por nosotros. Esto es así de simple y claro. Y si alguien se pone celoso, tanto mejor para advertir la importancia de la cuestión. La navegación por los pozos del Barca Grande conforma una experiencia entrañable. Y la entrada al Barca Grande es la culminación de esta experiencia que nos remite tanto al pasado como al futuro; con una confianza y amor inolvidables. . .Gracias Querida Alflora Francisco Javier de Amorrortu, 22/4/07 Ir a la pág.60 del Cap 8, Termodinámica de riberasen los cordones litorales Volver a la anterior . . .
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