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Corredor central de flujos estuariales: Guazú, Barca Grande, Correntoso y Miní,
Durante siglos, la navegación de cruce entre ambas riberas del Plata y la navegación de entrada al Paraná Guazú contaba con dos sendas alternativas como mínimo. Con aparejo latino, el viento ENE permitía apuntar al paso de la Barca Grande. No sólo más directo, sino mucho menos peligroso que las piedras de la otra ribera. Con vela cuadra este mismo rumbo reclamaba vientos del E, del SE, del O, del SO y del Sur. Para los descensos, más allá del N, NE y E, hasta el viento del SE resultaba favorable a las velas cuadras. Cruzado el estuario, la senda por el Barca Grande hasta el Guazú hacía mucho más corto el recorrido. Por ello, por tantas barcas grandes que lo surcaron, le cupo el nombre. Carta estuarial de Benito de Aizpurúa de 1867 El Guazú aportaba desde el Norte sustanciales flujos a este paso; al igual que el Guazucito, Vico, Manzano de Medina, Correntoso, Lima, Barca Grande, las dos bocas del Barquita, los Lobos y el Paraná Miní. El trabajo de investigación sobre “Avances en el frente deltario” presentado en el 2003 por Sarubbi, Pittau y Menéndez que aquí reproduzco, regala un rico panorama de las transformaciones de estas áreas, sin hacer mención alguna a temperaturas, ni a convecciones internas, ni a taponamientos o desvíos de flujos, ni transferencias al corredor uruguayo. A estos entonces sumaré mis propios enfoques, que al incluir hidrotermias y pequeños accidentes no incluídos en el trabajo anterior, permiten acariciar otro tipo de explicaciones. Asimismo, considero oportuno, destacar la cartografía del piloto Benito de Aizpurúa de 1867, como la más ajustada a calidad con respecto a las mencionadas por los anteriores autores. Es sin duda, la primera carta náutica exhaustiva de aquellos tiempos. La importancia de hacer incapié en los flujos y no sólo en los avances deltarios, es que permite cultivar mirada de atención a pequeños detalles morfodinámicos que incluyan los accidentes fondeados, cuya tangibilidad ha sido dejada siempre de lado. Alcanzan mayor importancia para explicar eventos locales, que las generalizaciones sobre sedimentaciones territoriales. Frente al Barquita, al Miní y al Barca Grande, tenemos los pozos de mayor profundidad. Algunos alcanzan los 30 pies. Sin embargo, estas sedimentaciones locales en lugares críticos, permiten a las hidrotermias hacer un trabajo impensado en cercanía de estos flujos que siempre reconocieron depósitos de fondos arenosos y de conchillas venidos del Norte; que hoy dudo, en los últimos 40 años hayan logrado continuar haciendo su trabajo envolvente en el frente deltario. Un par de meses después de este informe introductorio tuve oportunidad de viajar al Barca Grande, Miní y Correntoso, tomar muestras de sedimentos y verificar direcciones de flujo que me llenaron de felicidad, por haber acertado a describir estos procesos bien antes de pisar el lugar. Mercedes de criterio amasadas de simples imágenes satelitales que no comprendemos cómo fueron dejadas de lado por físicos que estudian la dinámica costera, a pesar de nuestros reiterados avisos. El amor a sus catecismos les tiene su mirada creativa bloqueada. En las páginas siguientes nos referiremos a la jornada en que nos dirigimos al Barca Grande, Miní y Correntoso.
Las cuatro imágenes que siguen nos alcanzan las batimetrías del tramo que va de la salida del Barca Grande al Miní, correspondientes a la campaña que el Servicio de Hidrografía Naval realizara en el 2006. Aquí se advierten profundidades de 9 metros en el tramo superior y de 6 m en el ultimo tramo. Concluyentes pruebas del carácter formidable que tuvo siempre este corredor, que aquí mismo, en la zona más depreciada por los feroces cambios, aun conserva huellas de extraordinarias profundidades máximas.
Sin embargo, bien se advierte que apenas nos apartamos del corredor de flujos, las profundidades disminuyen en forma alarmante. Es aquí donde vemos florecer áreas de hidrotermias capaces de transportar sedimentos hacia el Norte para decantarlos en las salidas de estos tributarios. Formando apéndices que acompañan la salida de estos; y encerrando y potenciando aun más, los procesos convectivos internos. Las imágenes satelitales nos hacen hoy a todos un regalo sumamente afortunado, descubriéndonos la particular y extraña morfología de algunas sedimentaciones, que veinte años atrás ni siquiera llegaba al esfuerzo de nuestros consultores e investigadores. Lo de extraño viene a cuento de la mano de la ignorancia en el tema de las hidrotermias. Nadie procura información satelital de las temperaturas de estos planos de agua, para comenzar a introducir en sus estudios, estas aproximaciones a las materias que trascienden de las temperaturas estuariales en aquellas áreas con flujos y profundidades muy disminuidos. Merced a estas paupérrimas imágenes que no sabemos por qué motivo han sido tan groseramente pixeladas, podemos fácilmente seguir el viaje de las plumas de contaminación y el de los sedimentos y sus depósitos en las bandas hidrotérmicas vecinas a las riberas que responden en sus excedencias a las ausencias de cordones litorales. Así descubrimos flujos desplazándose paralelos y a contrapelo. Tal el caso de la imagen que sigue mostrando el destino final de las plumas de hidrocarburos del Dock Sud; que luego de hacer un viaje ascendente de 13,6 Km en la franja de hidrotermias, ¡no obstante soplar viento del NE y marea en bajante!, terminan metiéndose en las tomas de agua a potabilizar en Palermo. La sedimentación alrededor del muelle muestra la direccionalidad de los flujos que corresponderían a la estrecha e inmediata banda ribereña de los desaparecidos cordones litorales, rozando la capa límite térmica de la advección mareal que allí los deposita; no sin antes dejar al descubierto, repito, la dirección y la importancia que tienen esas advecciones y esas convecciones internas en las áreas inmediatas de nuestras riberas . Gracias al satélite recibimos, aun sin filtros térmicos y sin filtros de catecismos, informaciones bien contrastadas.
Inimaginables, sin embargo, a nuestros modeladores matemáticos que están lejos de poder aplicar las resoluciones de sus modelos a las magnitudes de estas sutiles pero nada inocentes energías. Aquí vemos un par de flujos encontrados a la salida del puerto de La Plata, soplando viento del NE y marea en bajante. Sin embargo la banda de hidrotermias costanera hace su ascenso convectivo interno por la advección del cordón litoral, mientras los flujos en descenso hacen lo propio, inmediatamente a contrapelo. Al mismo tiempo, reitero, ningún ejemplo nos alcanzan de las posibles afectaciones que a los flujos provocan los cascos sumergidos abandonados. Siendo, que regalan sobrados motivos de alterar los traslados y levitación sedimentaria en sus entornos, frenando flujos y dando lugar al florecimiento de hidrotermias que un día arriban a desarrollos impensados en los análisis de los avances deltarios, y en particular, en el incremento descomunal de aquellas islas de la región que hoy separan al canal Buenos Aires del antiguo corredor central de flujos estuariales. Un tapón a la salida de un tributario genera inversión de flujos: que en lugar de fluir hacia el Sur como siempre lo hizo, lo hace ahora en gran medida hacia el Norte. Y esto es lo que sospecho ha ocurrido con los tapones a la salida del Correntoso y del Miní. Esta inversión da lugar y es asistido por las mismas hidrotermias que aparecen cuando la profundidad disminuye con motivo de ese tapón sedimentario. Salida del Paraná Miní al paso de la Barca Grande y tapón descomunal ignorado. El Miní muestra aquí un barco hundido a su salida que nadie ha denunciado a excepción de pescadores. Y de ellos rescato sus batimetrías que aquí van a ilustrar la gravedad de ningunear los barcos perdidos y sus inevitables espantosos resultados. Si antes los flujos marchaban hacia el Sur, reitero, ahora no lo hacen tan prestamente. Y una buena parte de ellos marcha hacia el Norte, bien a contrapelo de nuestro imaginario, para fortalecer la generación del apéndice sedimentario que florece a la salida del Barca Grande en la carta H-118 de 1968. Ver esta carta en la imagen siguiente. Similar sospecha se me acerca respecto del barco sumergido en el Km.110 del canal Principal; innominado y de fecha de hundimiento desconocido, pero bastante anterior a 1968. Este casco está en inmediata cercanía de la divisoria de flujos entre el canal Buenos Aires de dirección SE y el paso de la Barca Grande que lleva dirección Sur. Ligeramente al Norte de este casco advierto al Norberto hundido en 1934 en medio de este canal. Y también aquí, por más que se diga que está muy sumergido, se advierten sospechosas formas en las inmediaciones que dan motivo a presuponer hidrotermias. Sin duda, fácil resultará calificar de abusivo este imaginario. Tanto, como pobre el de los que no se dan a señalar absolutamente nada de las formas que tiene la sedimentación de los islotes Matón; que sin la menor duda responden a convecciones internas desencadenadas por hidrotermias escapando hacia el Este, luego de ascender hasta decantar en las márgenes del canal Martín García. Del Ambai y Ciudad de Encarnación hundidos en 1993 y 1987, ya oportunamente haré comentarios cuando disponga de las cartas solicitadas al SHN de la campaña del 2006. El desarrollo se aportes sedimentarios de origen hidrotérmico en Oyarvide es espectacular. No sólo por su inusitado desarrollo en términos de superficie, sino también por su doble desarrollo hacia el Norte y hacia el Este. La carta de 1968 que sigue, ya muestra fondos sedimentarios de hasta 12 Km al Este del borde del canal por donde ascienden esas fenomenales convecciones desencadenadas en las áreas de hidrotermias desprendidas del Miní. Cuando observamos la poderosa emisión de hidrocarburos de la isla Lucha y advertimos el desdoblamiento de los flujos: uno directo a acompañar los refulados del Mitre y otro que da una gran vuelta orillando el frente deltario para luego unirse al anterior una decena de kilómetros más adelante, también advertimos la enérgica área de hidrotermias que rodea a ese sector que luego asciende hasta el área donde florece Oyarvide. Imposible ignorar esta realidad que supera toda fantasía. Si mi fantasía es bruta, la realidad es fatal. Y aun así, bastante menos fatal que la catástrofe que nos espera por esperar que el mesías llegue a hacer pie en modelos matemáticos que alcancen a considerar estas sutiles energías. Hoy es imposible seguir ignorando estas materias. Seguir investigando crecimientos deltarios, ignorando la materia concreta que generan estos flujos a contrapelo de nuestros elementales criterios, es lo primero a denunciar. Que no se trata de dar nombres de personas, sino señalar nombre y domicilio de estos flujos ignorados. Reclamando al mismo tiempo la necesidad de hurgar en los archivos toda noticia de barcos desaparecidos o desvanecidos en nuestra memoria, que alimenten otro tipo de investigaciones, menos ingenuas que las llevadas adelante hasta aquí. Ver el tapón del Miní y tener que señalar que ninguna carta del SHN, ni de registros de Prefectura, Vías navegables o Recursos Hídricos, puede dejar esto en una nebulosa, es bastante más grave que todo lo que pueda exagerar el que suscribe estas publicaciones. Es hora de mirar los flujos con mirada mucho más atenta a las facilidades que suma la imagen espectral infraroja satelital, descubriendo estas tranferencias de energías que ya no son de ignorar. Las convecciones internas de hidrotermias que ascienden desde el Miní hasta el Barca Grande y las que ascienden desde el Correntoso hasta el Guazucito, están visiblemente encerradas. No tienen otro destino que decantar sedimentos en las márgenes de los apéndices que ellas mismas han estado gestando. Estas calamidades ya eran visibles en 1968. No quiero imaginar lo que me espera encontrar en las cartas de la campaña del 2006. Por ello, este breve documento deja constancia de lo que un hortelano ya veía hace 40 años, y los que prepararon el tratado para la firma hace 33 años, no advirtieron. Todavía hoy, aun no lo han hecho. Hacer relato de estos desarrollos es tarea muy estimuladora para alimentar una dinámica de flujos bastante más rica que la que se estudia con 10 aparatitos metidos en el agua en la cercanía de las importantes vías navegables; y una dinámica costera que se conceptualiza con la teoría de la "deriva litoral", ignorando los procesos termodinámicos que la complementan. Los flujos del estuario conllevan riqueza para mucho más que navegar. Y fácil será alcanzar sospecha de que incluso la navegación tiene mucho para aprovechar de criterios más puntuales y considerados sobre los flujos de este antiguo corredor central. Una dinámica de flujos así enriquecida, mejoraría en mucho las estimaciones de proyecciones de dinámica costera, y permitiría incluso conducir reparaciones a través de ambas dinámicas. Ya no sólo tenemos mareas y flujos en descensos, sino una finísima herramienta para observar fluencias en las márgenes inmediatas de nuestras riberas; vetas de experiencia hasta hoy inabordables. Las hidrotermias responden a advecciones mareales potenciadas con convección interna, tan ricas como insospechadas e inscriptas originalmente en cordones litorales. El hombre tiene la posibilidad hoy de enriquecer conciencia y tallar reparación y prevención con ellas. En adición, una casuística de la morfodinámica sedimentaria alrededor de tantos cascos sumergidos en aguas estuariales en estado crítico, y sus consecuencias en la generación de hidrotermias y lo que de ellas deviene, resulta imprescindible comenzar a cultivar. Con las herramientas hasta hoy aplicadas a los cultivos de investigación sólo hemos logrado quedar paralizados sin hacer otra cosa que adelantar declaración de áreas de reserva ecológica; y cocinar tratados internacionales dispuestos a celar flujos que nunca quedaron apropiadamente analizados; ni en términos de pasado, presente, ni futuro. Las generalizaciones alrededor de los flujos en una zona tan complicada como la de las moribundas riberas argentinas de este extendido estuario, no han servido sino a silenciar enredos que tarde o temprano necesitarán hacer lugar a expresión mucho más ajustada y sincera; y allí los primeros en expresarse serán los celos que nunca quisieron aplicarse a profundizar. El tema es tan rico y tan necesario para volver a encauzar flujos argentinos en el corredor central, que los pocos aportes que hoy aparecen dibujados para hacernos creer que todo marcha igual, son prueba del nivel pavoroso de estas generalizaciones. A este nivel de generalizaciones corresponde la catástrofe que tenemos en el corredor central del Guazú y sus compañeros de infortunio: desde el Miní hasta el Guazucito al Norte. Ni las sedimentaciones, ni los flujos, siguen esos pasos. Por ello, lo primero a rescatar es: ¿de dónde vienen esas aguas y a dónde van hoy a parar? Nadie habla de ésto y mucho menos se da a estudiar. Pero está claro que esto lo saben unos cuantos funcionarios del Servicio de Hidrografía al que el espanto les toca el alma y sin embargo se dan a callar. ¿Acaso a la Gran Hoya del Canal Intermedio le sobran flujos para atender esas descargas de barros que volcamos a diario de nuestras limpiezas del Mitre; sin saber, ni averiguar, a dónde van a parar? ¿Acaso nuestras riberas aparecen tan limpias que ya no necesitamos mejorar la ducha? Es increible que un tema en desarrollo catastrófico, permanezca durmiendo. Con la separación ahora muy concreta entre el canal Buenos Aires y los antiguos corredores de flujos centrales en esas inmediaciones del frente deltario que siempre se alimentaron de los flujos del Guazú, el canal Buenos Aires que, reitero, siempre reconoció en su desprendimiento del canal Principal un rumbo Sur, queda ahora descubriendo su corregido rumbo SE que acompaña por un momento al corredor de flujos costaneros uruguayo. Ya las aguas que habían bajado todo a lo largo de nuestro territorio no son para atender en exclusivo nuestra sedienta y mugrienta bañadera, sino que en su mismísima salida son arrimadas al corredor uruguayo. Así como al Emilio Mitre nos cabe descubrirle flujos escapando al SO no bien terminan las fuertes sedimentaciones al Oeste de su curso, de alguna forma alcanzando un poco de mejor suerte a las costas urbanas; así nos cabe reiterar esta misma condición original respecto del canal Buenos Aires, que ahora está invalidada por la sedimentación provocada por las crecidas hidrotermias que ya en 1968 se mostraban extendiendo su trabajo hasta 12 kilómetros al Este de Oyarvide. La degradación de los flujos del sector central, en particular los del Guazucito, del Correntoso y del Miní, facilitan el mayor florecimiento, nunca imaginado, pero bien visible, de las contrapuestas hidrotermias. Para distraernos se nos invita a hablar de animalitos y arbolitos en la luna de miel de los ecologistas de turno. Que niguno de ellos ni aquí, ni enfrente, hablan de estos flujos en particular, con la seriedad que reclama esta catástrofe del corredor central estuarial.
Respecto del corredor de flujos del Emilio Mitre, cabe apuntar a sus entornos al Este y al Oeste. Al tramo inicial de los primeros 10 kilómetros al Oeste le cabe la posibilidad de asistir al saneamiento del Luján por tantos abusos generados en sus riberas; disponiendo de estas áreas para el traslado de las instalaciones deportivas que hoy se amontonan en el atribulado curso. Al Este de los refulados del Mitre, en esos mismos 10 a 15 kilómetros iniciales, se juegan los destinos de nuestro desarrollo, allí está la “puerta” que funcionando como tal, acabe un día con un “puerto de Buenos Aires” que ya es para llorar. A las áreas portuarias porteñas les ha tocado en suerte sentir la voracidad de la Corporación Puerto Madero que pudiera estar pateando, inconciente y afortunadamente, la inefable presencia de un nudo de servicios cada vez más insoportable en medio de esta ciudad que no necesita ver Jumbos aterrizando en la 9 de Julio. Si la realidad concreta de nuestros desarrollos portuarios nos descubre que tanto el Paraná Guazú, como el Paraná de las Palmas son preciosas puertas, providenciales "watergates"; por qué no restarles fragilidad y abrirlas de par en par para que continuen fortaleciendo estos concretos y urgidos desarrollos. La otra hay que volver a dirigirla a nuestra casa para que, entre otras cosas, sume sus energías al canal Intermedio y a la Gran Hoya donde hoy depositamos, repito, todos los barros dragados sin saber a dónde van a parar; que no ha de ser lejos. Siempre, repito, el canal Buenos Aires tuvo salida natural al Sur. Desde que empezó a florecer Oyarvide por las hidrotermias que acarreaban sedimentos hacia el Norte y hacia el Este, sus flujos se arrimaron al corredor costanero del vecino. Ya no son sólo los del Paraná Bravo, sino hoy también los del Guazú los que se arriman allí. ¿Será que estamos a la espera del mesías de Halcrow o de alguno otro consultor para despertar del letargo? ¿Serán los entes binacionales políticos y de investigación que cuidan el precioso tratado de un río que nunca lo fue? ¿Serán los comités de cuenca que nunca en 9 años presentaron trabajo de hidrología alguno; dedicados a hablar de avestruces, lagartos overos, salicáceas y flora exótica? Ver la página del CIACLU que prueba que a los maltratos del Luján nadie los mira; y que a los estudios de hidrología urbana y rural nadie se aplica, ni edita, ni comunica; a pesar de ser la función primordial de estos institutos; que aunque no hayan tenido poder de policía, tenían supuesta vocación de estudiar algo concreto en materia hidrológica. ¿Serán los que festejen que el Barca Grande sea reserva íctica y las tierras deltarias patrimonio de la humanidad? ¿O será el plomero que nos venga a arreglar la ducha que no tiene agua porque se acopló a la del vecino? Las convecciones internas y los cordones litorales nacieron con el estuario; y sus trastornos, esos que llamo "hidrotermias", están en nuestras costas estuariales desde hace demasiado tiempo; y nunca, ninguno de estos mesías se ocupó de ellas; ni siquiera, de mencionarlas. No son sus modelos matemáticos los que las han puesto frente a nuestras narices; sino un satélite mucho más luminoso y generoso. El corredor de flujos centrales estuariales del Guazú y sus amigos, es para nuestra región al Norte de sus salidas, lo que debe ser al Sur; como simpre lo fue. Si el Guazú se va para el corredor uruguayo, no habrá más remedio que abrir y enderezar el Miní y el Barca Grande; y por ambos, tanto para la navegación como para los flujos, por ellos entrar y salir al mayor de nuestros ríos. Si la barrera de refulados al Este del Mitre no tiene estos flujos que le hagan de costaneros vitales, todo ese rincón central estuarial al Este, será por las cada vez mayores hidrotermias, contemplación de la incineración de un muerto. Toda esa región habla de una catástrofe incomparable. Imposible imaginar que alguna otra elite del planeta pudiera estar tan dormida o tan distraída. En estos flujos del Plata que de joven mis andanzas asistieron, cada día despierto más interesado que ayer. Poco de afuera espero que no venga regalado de mis Musas. Y a Esperanza alimento cada día con tarea; y no sostengo fueros otros que aquellos, que con trabajo afectivo transforman en emblemas, los estigmas que caben a estas miserias. Francisco Javier de Amorrortu, 8/2/07 Ver http:/www.amoralhuerto.com.ar Ir a la siguiente ... volver a la anterior ...
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