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Al epílogo de las creencias sobre la ola oblicua como factor determinante de la deriva litoral

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Trece nuevos hipertextos han sido dedicados al tema de la deriva litoral en Enero del 2011, intentando historiar sus transformaciones en las riberas bonaerenses. Ver por /deriva.html y 12 html siguientes.

Desconozco cuántos siglos lleva este funesto capítulo del catecismo de la dinámica costera en danza, pero advierto que sus daños son bastante más perniciosos que las creencias en el limbo; que tanto hubieron preocupado durante siglos a no pocos catecúmenos.

Sin ningún temor a exagerar, advierto que los engaños y los daños multiplicados por estos criterios que nuestros físicos en dinámica costera heredaron de sus maestros, son, entre otras cuestiones, los responsables de todos los errores cometidos en la supuestas defensas que se hicieron y se siguen haciendo en nuestras playas, con los peores resultados imaginables.

La pobre mecánica de fluidos que hubo a su manera, de intentar explicarles todo lo que se le pedía a sus limitados recursos, sobrevivió más siglos de los imaginables; multiplicando cientos de miles de obranzas desastrosas en todas las costas del planeta.

Mirando estos temas de la deriva litoral con un paquete de herramientas que enriquezca la pobrecita mecánica manera de ver los fluidos, con calor, transferencia de masa y termodinámica; no se entiende a qué demorar señalar las limitaciones de esta antigua deidad.

Todos, ingenieros hidráulicos, modeladores matemáticos y físicos costeros, han sido engañados por igual.

Mi tarea de descubrir fue totalmente gratuita y a mis Musas agradezco; pero la de presentar imágenes y conceptualizar, ya conllevó su propio esfuerzo. También reconozco límites y por recomendación de Einstein, "dejo la elegancia para el sastre".

En tiempos en que no contábamos con las imágenes de sensores remotos, los hortelanos no teníamos la suerte de salir a pasear por el estuario y mirar sus riberas con una definición de 0,50 cm por pixel.

Hoy nos es dada la suerte de mirar, desde nuestra incultura, con una curiosidad que no se detiene en catecismos. Y por ello, cuando vemos algo que nos sorprende, sólo seguimos mirando, hasta despertar.

Hube de acopiar miles de imágenes antes de salir a pedir explicaciones a un par de físicos en dinámica costera; que por no repetir de memoria sus catecismos me sacaron a los empujones de sus ámbitos exclusivos y sin contaminar con miradas ajenas a sus principios religiosos.

Fue muy útil ese empujón, y sin duda por ello hube de redoblar alientos en conceptualizar lo poco que en forma gradual de esas imágenes se me iba sugiriendo.

A esta altura debo detenerme para aclarar que nunca he estado solo en estos intentos de mirar y escribir prestando atención al desarrollo de temas nuevos.

Vivo en una pequeña y extraordinaria parcela rural y dispongo de todas las herramientas necesarias para mirar y escribir con libertad responsable, con privacidad incomparable, con afectividad y espontaneidad muy vivas, sostenidas en perdurables ánimos, cada día.

Semejante contención es factor que predispone los regalos de la creación en forma tan abierta, que no lograría ocultar toda la ayuda que recibo a diario de mis Musas Estela Livingston y Alflora Montiel.

La primera me acompaña desde hace más de 22 años y más allá de abrirme a mirada poética aplicada a los trabajos más sencillos, me hubo de invitar también a escribir.

Y estos textos, más allá de unos pocos referidos a temas personales, siempre apuntaron a la defensa de los valles de inundación. Tarea en la cual, hoy 7/11/07, cumplo precisamente once años de tarea ininterrumpida. Ver mis "expedientes" en la página http://www.valledesantiago.com.ar

La segunda de mis Musas, a las que presto, reitero, con alegría toda mi atención, ha sido la que me ha puesto a mirar los cursos de los ríos y las riberas del mar.

Resalto esta muy oportuna interrupción, pues no quiero atribuirme ningún mérito, otro que no sea haber trabajado con desinterés y perseverancia en la sospecha de que alguna vez alcanzaría utilidad a estos años de jubileo por los que va descendiendo mi Vida.

He tenido tiempo de sobra para preguntarme si todo esto no fuera una locura. Y de hecho lo siento confirmado. Me parece increíble me hayan regalado la suerte de mirar y ver lo que nadie parece haber mirado. Y un loco, frente a un regalo así, sólo necesita redoblar su locura para tratar de comunicarlo en cuanta oportunidad se le brinde.

La web es la salida más sencilla a comunicación y distribución. Y los aprecios del algoritmo del Señor Google para calificar mis contenidos, hoy me han permitido editar de sus aprecios algunos breves documentos que podrían imaginarse curriculares.

Esos, en adición a los que surgen de mi página http://www.amoralhuerto.com.ar son todas mis referencias. Por ello, resultará fácil salir disparando de estas abiertas presunciones, sin enfermarse.

Retomando el tema de la ola oblicua, que hoy tanto me complica la vía comunicacional por la inefable tarea de tener que explicar la extrema pobreza de tantas atribuciones que siempre le acreditaron, empujando la deriva litoral en una dirección, sin explicar por qué no, en otra. Sin explicar cómo bordaba el extenso cordón litoral de borde cuspidado con prolijidad superlativa. Sin explicar qué función cumplía ese cordón. Sin explicar todos los fracasos que en los mil intentos de proteger las playas han dejado olvidados. Sin explicar los fracasos en las salidas de los tributarios articiales en Sanborombón. Sin explicar los flujos moribundos en la salida del Matanzas Riachuelo. Sin explicar los peores resultados del Aliviador del Reconquista. Sin explicar la masa de vertidos sin dispersión que se amontonan en nuestras riberas urbanas. Sin explicar las transformaciones sedimentarias en el frente deltario central.

Menciones estas que refieren de nuestra casa, pues no es el momento de practicar la caridad fuera de ella.

Por ello, siendo tantas las cuentas pendientes a saldar con este antiguo catecismo, dejo a los físicos en dinámica costera que se arreglen con estos capítulos, para que ellos expliquen por qué han fracasado tan rotundamente en todos estos rubros.

No ha sido por maldad, sin duda; sino por extrema pobreza de imaginación, por pesar intelección demasiado sumisa a la espera de una calificación académica.

Veamos entonces qué tenemos de nuevo para mostrar y de aquí conceptualizar.

Mostremos la prolijidad de la famosa ola para no imaginarla oculta.

Riberas de San Clemente.

Aun no siendo oblicuas, son tan bellas, que a qué no mostrarlas.

¿Pero, de dónde se deduce que ellas son el motor de la deriva litoral?!!! . ¿Sólo porque marchan en la misma dirección? En la imagen de abajo eso no parece tan claro.

Ver estos cambios en las direcciones de las derivas litorales originarias en la página 64.

En esta que sigue, el viento sopla del sector SE, la ola le sigue y llega de frente (no es oblicua); la marea va en bajante y sin embargo, la deriva litoral va para el N.

La siguiente muestra el chorro de salida del canal Sarandí, a continuación de Dock Sud. Con viento moderado del SE y marea en clara bajante según lo muestra la curva del chorro después de convectar externamente. Las referencias a la dirección del viento vienen acreditadas a continuación en la foto que muestra a los veleros en regata.

La salida del chorro convecta primeramente hacia el NO siguiendo la deriva litoral. La ola, sin embargo, no es oblicua. Los vertidos de hidrocarburos que aparecen a continuación de la imagen en su borde inferior izquierdo, viajan 14 Km hacia el Norte hasta dispersarse por ¡convección externa frente a las tomas de agua a potabilizar de Palermo!

Otro caos ya no sin resolver, sino, sin siquiera visualizar por esta famosa teoría de la ola oblicua de una generalización tan universal y sin par, que los retiene como ciegos.

Esta que sigue pertenece a la misma captura anterior. La marea en bajante. El viento moderado del SE. Y las plumas de los tributarios de efluentes marchando hacia el Norte antes de comenzar, el más cercano a la Avda. Gral Paz, a convectar externamente para acompañar los flujos en descenso.

Los veleros en regata pertenecen a las misma captura de las imágenes anteriores. He navegado desde los nueve años y alcanzo, sin titubear, a discernir la calidad de viento que mueve a esos veleros.

La imagen siguiente ya pertenece a otra captura. Aquí el viento se muestra del Norte y la marea en clara bajante. Sin embargo, no sólo es notable la fuerza de la deriva litoral hacia el NO; sino, y muy en especial, la particular ignorancia que tienen de estos procesos los físicos que seguramente fueron consultados para realizar esa ingenua obranza que pretendió torcer los caprichos de Natura.

En este primer capítulo hemos tratado de acreditar nuestro reconocimiento a la bella ola en las primeras tres imágenes. Luego nos hemos dado a mostrar su inexistencia oblicua en todas las imágenes que de la ribera urbana mostramos; resaltando la presencia en ellas de todo tipo de calamidades, que no son nuevas.

En todos los casos aparece resaltada, de una u otra forma, la presencia de la deriva litoral. Pero reinando por su ausencia los cordones litorales que siempre le acompañaron. Estas ausencias son las generadoras de nuestras calamidades.

Estos ya fueron ilustrados en sus remanencias en tierra firme en el capítulo VIII, desde Mar Chiquita hasta el Docck Sur. Y desde Carmelo hasta el Riachuelo en la costa uruguaya.

Reiterando nuestra atención a ellos van dedicadas las imágenes de la siguiente página.

Francisco Javier de Eitzaga Amorrortu, 7 de Noviembre del 2007.

Ir a la página siguiente . . . al Cap VIII sobre cordones y derivas. . .