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Ya hemos expresado en numerosos trabajos el valor de la deriva litoral para fundar las imprescindibles energías de las salidas tributarias, ya sean naturales superbastardeadas en sus acumuladores internos: meandros y costas blandas-; o de vertederos urbanos aún más calamitosos por las temperaturas que pierden en sus viajes subterráneos. Recién a partir de Núñez se advierten flujos desprendidos del Emilio Mitre haciendo desde el Norte sus aportes a resucitar los flujos en descenso en estado catatónico. A toda el área de aprox 80 Km2 con unpromedio que no supera los 0,80 m de profundidad también le cabe propuesta para elevar un mínimo su transitoria sustentabilidad. Estas medidas apuntan a cuatro panoramas: 1).- mejorar la relación ancho profundidad del sector consolidando los refulados del Emilio Mitre y proyectando su extensión con los sedimentos que dejarán fundados los proyectados emisarios del Plan MR y que necesariamente tendrán que tener sus bocas difusoras al Norte del canal de acceso. 2).- reponer las energías de los dos corredores costaneros de flujo que pongan límites a la deriva litoral al tiempo que orientar su dirección convectiva hoy desbordada en ancho, y deambulante hacia el Emilio Mitre. Y apunto a dos corredores porque uno de ellos, con las aguas del Desaguadero y del canal del Este deberá poner límites ala deriva que se manifestará sobre las riberas del área a fundar sobre los bajos al Oeste del Emilio Mitre. El otro, mucho más urgente eimportante es el que dará apoyo a la ribera urbana reorientando los flujos del Vinculación hacia el San Antonio y reorientando la salida de este último por el viejo sendero perdido que descubren los perfiles de batimetrías recientes, buscando el encuentro con el viejo canal costanero que acaba de recibir una reparación de pordioseros y que concluyó en un banco. Sin esta última obranza es imposible imaginar la deriva litoral en condiciones de funcionar en forma medianamente normal, en cuanto a límites y a convecciones externas oportunas que marquen su destino final. 3).- fundar la nueva línea de ribera virtual con pequeños tablestacados que medien su apoyo a los refulados generados al Oeste de los mismos, para recrear la costa blanda perdida que fortalecerá la deriva litoral, la única que se hace cargo las 24 hs del día, de todas las salidas tributarias. 4).- reorientar todas estas salidas y hacer previsión del desarrollo de acreencias dentro del sector de cada una de las lagunas que quedan fundadas con la nueva línea de ribera semisumergida. Estas áreas merecerán un estudio del comportamiento de los flujos convectivos internos con salida hacia el extremo Norte y para ello será importante considerar tanto los perfiles emergentes como los sumergidos que asistan el proceso convectivo.
Principios de termodinámica que nos llevaron obligados por caminos errados La termodinámica a fines del XIX refinada por Boltzmann contemplaba una naturaleza en constante degradación hacia una muerte en forma de desorden aleatorio. Esta visión pesimista de la evolución de los sistemas naturales, sentó sus reales en la segunda ley de la termodinámica y en un concepto de entropía que contrasta con la fenomenología de muchos sistemas naturales mostrando que buena parte del mundo está habitada por estructuras coherentes que no aparecen condenadas por el pretendido orden o equilibrio termodinámico desprendidos de sistemas aislados y asentados en la 2ª ley. Las células de convección nos llegan como ejemplo de la mano de Henrí Benard ya en 1900. Admitiendo mayor interés por los comportamientos de sistemas que se mantienen a cierta distancia del equilibrio por causa de algún gradiente, la termodinámica acepta abordar fenómenos propios de sistemas abiertos a flujos de energía y/o materia, residentes en estados cuasiestables a cierta distancia del equilibrio (Nicolis y Prigogine, 1977, 1989): en sistemas organizados no vivos (como las celulas de convección, los tornados y los láseres) y en sistemas vivos (de las células a los ecosistemas); reconociendo flujos de energía externa para mantener su organización y para la disipación de gradientes energéticos asociada a los procesos autoorganizativos. Esa energía que entra y esa que sale suele ser vital a ambos sistemas. Por ello la palabra disipativa merece ser tomada con restricciones semánticas hasta tanto mejor entender estos mutuos favores que se dan y entregan. Así, considerar que la vida es un sistema alejado del equilibrio que mantiene su nivel local de organización a expensas del reservorio de entropía global, es también para tomar con pinzas. Aquella expresión de Confucio de que “tanto el que da como el que recibe, dan y reciben con orgullo”, es prudentemente valedera si queremos ver abrir nuestras entendederas. Aceptemos que las referencias a un mentado equilibrio son obligado producto de nuestra ignorancia respecto de “sistemas” mucho más complejos que nuestra imaginación por el momento no abarca. Estos sistemas tienen una particularidad: su fenomenología se descubre a través de encuentros, que por esto mismo decimos de campos abiertos. Es en el encuentro mismo que se descubre el fenómeno termodinámico. Sin encuentros no hay fenómeno termodinámico alguno, sino simplemente una transferencia de energía al exterior que agota los recursos internos. A este proceso del agotamiento se llamó entropía. Palabra esta, que desde los albores de la ciencia termodinámica aparece muy mal traducida y peor empleada. "entropía" procede de la raíz indoeuropea *trep- volver, girar; en sánscrito, trápate cambiar de sitio. 2.500 años atrás la voz griega entropía apuntaba ala cantidad que se mantiene constante en un cuerpo tras sus diferentes transformaciones. Bastante más interesante por cierto, al punto de adquirir por ello en nuestra conciencia su condición fenomenal. Materias y energías algo más que complejas que algunos prefieren catalogar como desorden. Descubriendo la incapacidad de nuestros mecanismos lógicos para sobrevolar lo que para otros pudiera parecer milagro. Ni una cosa, ni otra; basta con mirar. Estos sistemas o campos de intercambio, a partir de imagen satelital hoy nos acercan información de amplitud y calidad inusuales que permiten a nuestro ojo avanzar con deducciones mucho más concretas que las analogías que disparaba nuestra conciencia cuando apuraba nombres y sistemas a fantasmas con muy baja resolución de imagen que terminaban siendo personajes tras modelización. Calificaciones como sistemas disipativos, naturalmente siguen pensando y hablando de gasto; o funciones de velocidad MEP para aumentar ese viejo concepto de entropía que sigue haciendo estragos adormeciendo nuestro imaginario, (Principio de Producción Máxima de Entropía en inglés), son formas resistenciales de una miopía que debiera sorprender cómo es posible que siga campeando tan fresca, pisando el conocimiento los umbrales de la física cuántica. Que si se aplicara a la 2ª ley tan elemental cosmovisión ya tendría que haber agotado sus energías hace siglos. Sin embargo no son pocos los que festejan estas miopías y nuevas siglas a la que hasta incluso dan el apodo de “principios”, como pretendidos avances sobre la formulación de una 2ª ley que bueno sería dejar en el olvido para empezar a mirar por ventana nueva. Esta ley es probablemente la ley de la ciencia que más tinta ha hecho correr. Hasta los economistas discuten naturalmente sus consecuencias. Nadie parece querer destronarla; y muchos se entretienen en interpretarla de formas distintas y contradictorias, lo que significa que a menudo, ellos lo reconocen, se interpreta mal.En especial, aquella tan desafortunada que la apunta como una medida del desorden. Negar esta ley es lo mismo que gastar pólvora en matar una mosca. Si lo que se pretende es seguir haciendo gastos en sistemas de termodinámica forzada para seguir alimentando industrias que devendrían obsoletas en el abrir y cerrar de ojos de una mirada a los “fenómenos” termodinámicos”, que no son precisamente los de una caldera; pues entonces habrá que dar conferencias en otro planeta, porque los de aquí están muy contentos con lo que queman. El retorno trasciende por vía de los mercados. No es que los mercados sean los culpables, sino los mortales que quieren probar que lo son cuando todas las evidencias del Amor dicen que son divinos. Tenemos hace siglos frente a los ojos de nuestra conciencia al corredor del Golfo, cuyos cálidos flujos convectivos internos naturales positivos, -por referirme a uno de ellos y no el más importante-, se recarga con la energía del sol (y algo más que seguramente recoge o intercambia en el camino), y transita océnos sin perder ni su rumbo, ni su carga energética; sin cumplir, por la juventud que aparenta, en lo más mínimo con la 2ª ley. Simplemente aislado por el fino envoltorio de una capa límite térmica -de la que poco o nada se ha hablado-, se ocupa en estar moviendo o ser transportado por una energía 100 veces superior a toda la energía que consume el hombre en el planeta. El “estar moviendo” o “ser transportado” no es mera ambigüedad, sino una cuestión bastante seria que sería la pregunta del millón para cualquier representante de los antropocentrismos de turno que pudiera intuir que esa energía tal vez también a él lo incumbiera y no resistiría enterarse que nunca se dió cuenta. El Dante hace 1350 años se preguntaba quién era ese que movía el sol y las estrellas. Nosotros ni siquiera nos preguntamos quién mueve este fenomenal corredor de flujos. La teoría o la mirada de “las disipaciones” no parecen las más precisas para apuntar a este fenómeno puntual. ¿Cómo es que no pierde el gradiente térmico en un recorrido de miles de kilómetros a través de un océano desobediente que de alguna forma olvida de cumplir con, y de hacer cumplir la 2ª ley a ese estrecho corredor insolente. A cambio de estas preguntas que tendrían alcance estratosfèrico para nuestra civilización, seguimos discutiendo dónde hacer más profundos agujeros para extraer crudo; y cómo salvar a GM para seguir saturando nuestros centros urbanos de esos sistemas aislados que son nuestros amados carros “motorizados” a los que el viejo concepto de entropía les cae al pelo. Este viejo concepto de los iluministas y la amenaza de salirnos del dilatado orden y equilibrio que algunos imaginaron en la termodinámica mecanicista, deberían formar parte de los museos sobre la chararra de los hombres ciegos. El día que los cultores de la 2ª ley conozcan la factura que al planeta le han pasado, verán qué pronto se suman al viejo concepto de entropía que hace 2500 años ya los griegos cultivaban.
El sistema reconoce a nuestros ojos más estabilidad relativa en tanto nos vaya descubriendo su inmensidad asociativa potencial que las más de las veces descubrimos disociada. Regalo que nos hace la Vida para que nuestro discernir tenga todavía algunas distracciones antes de que la física cuántica nos cambie a la ribera de la integridad, entendida en todos los sentidos que cualquiera puede imaginar útil a la reunión de dos bits, tales como energía y materia. Harvey Leff señala que la entropía es una medida del grado con el que la energía se esparce y comparte en un sistema. No en un sistema, sino conformando una cadena de campos que nunca se preciaron de cerrados, aunque para nuestras luces fuera necesario dis-cernirlos. Si hay un lugar donde la palabra cosmovisión adquiere un peso trascendental es en la cadena de encuentros y utilidades termodinámicas. Cuanto más vasto, tanto más “estable” a nuestras entendederas. Cuando hablamos de füsis tenemos que distinguir lo que aportan y reclaman nuestras entenderas, de lo que reclaman y aportan los encuentros de enegía materia. El primer secreto para que esa Fúsis opere a pesar nuestro es que no usemos la “razón para hacer preguntas a esos sistemas. Miremos y tras cada sorpresa amasemos deducciones sinceras que no busquen engordar catecismos o academias. Las herramientas para mirar son extraordinarias, repito. Diez años atrás hubieran sido el deleite de unos pocos. Hoy lo son de todos aquellos a los que la Vida esté buscando de hacer crecer en el cuasi milagro de la integridad. Que no se desprende de catecismos, ni decálogos, ni nos quiere descubrir alejados de las necesidades de nuestro hogar ¡Equidad, equilibrio, orden! Todos estos términos son inventos humanos sobre algo que apenas empieza a reconocerse en su extraordinaria vital complejidad. Alguno dice que el orden o desorden en el lenguaje común empieza a no valernos para interpretar el aumento de entropía en la formación de una estrella. porque el gas inicial tiene una elevada energía potencial gravitatoria, al formarse la estrella ésta energía se transforma (se difunde hacia el resto del universo) más rápidamente. Cuando un sistema intercambia energía, aumenta su entropía y una parte de ese intercambio, al menos, es siempre en forma de calor. ¿De qué sirve este enunciado si no advierte que muchas veces ese intercambio se caracteriza por un gradiente en extremo sutil? ¿Cuántas décimas de grado permiten transformar la convección interna en externa? Tal vez una décima sea mucho. Y entonces ¿a qué hablar del intercambio de calor si no es lo que parece que más cuenta? En la corriente del Golfo el principal intercambio pareciera manifestarse dentro del propio “sistema”. ¿Qué se nos escapa de valorar en estos intercambios? Segramente la respuesta sea demasiado larga para ver completa. Pero por algo siempre la Vida nos permite empezar. Y en la medida que seamos respetuosos con esos primeros pasos en el conocimiento ya vendrán otros regalos. No olvidemos que los fenómenos son todos regalos del cielo. Y las deducciones que estimemos de ellos nos darán un pequeño lugar, una pequeña oportunidad, una pequeña responsabilidad, un azar para cultivar y devolver integridad. La materia que “muere” apunta a renovar energías. La muerte es la más sorprendente de las transformaciones.Y esto no se descubre pensando, ni modelando, sino como simple inesperadísima vivencia que no reconoce ley. La probabilidad y la oportunidad están ligadas; son hijas directas de la integridad humana que está abierta a un reconocimiento interior, sin par en especulación.
La traducción fenomenológica más elemental diría hoy que El flujo de energía debido a un gradiente es la condición suficiente para incrementar la complejidad del sistema Ese gradiente, en tanto la principal energía involucrada haya venido del Sol, es determinante de una capa límite térmica. En esa capa límite hay para descubrir universos que se expresan a partir de la materia, pero operan más allá de ella; realimentando, cambiando cosas.
Los sistemas vivos existen en un mundo de flujos energéticos y materiales. La transición en un fluido calentado de la conducción a la convección (células de Bénard) es un llamativo ejemplo de la emergencia de una organización coherente en respuesta a una entrada de energía externa. Que por tan afortunada interacción ya merece ser apreciada con una voz más cercana que “externa”. Lo externo no despierta compromisos a menos que eche raíces en el alma. También la materia y la energía tienen alma. Y el espíritu las suele visitar.
Menos volatil, Boltzmann reconoció la contradicción aparente entre la muerte térmica del universo y la existencia de sistemas vivos que crecen, adquieren complejidad y evolucionan. Entrevió que el gradiente de energía solar impulsa los procesos de la vida, y sugirió una competencia seudodarwiniana por la entropía en los sistemas vivos: «la lucha generalizada de los seres animados por la existencia no es una lucha por las materias primas (que para los organismos son el aire, el agua y el suelo, todo ello disponible en abundancia) ni por la energía, que cualquier cuerpo contiene de sobras en forma de calor (no transformable, por desgracia), sino una lucha (Boltzmann, 1886), por apreciar aquella concepción de la entropía que accede a su natural condición positiva merced a un menú enorme de transiciones de la energía del Sol calentando a la Tierra fría» ¡Cuántas formas de valorar entonces aquellos intercambios que renuevan la entropía!, tal el caso del tributario al acoplarse a la deriva litoral. De qué sirve hablar del gasto si lo que más sorprende es el milagro de la fecundidad que el pobre tributario aporta a la deriva litoral, al tiempo de ver cómo el renovado hospedero lo rescata de su encierro.
En otras formas de calor, los genes, para no terminar pasando por bobos, aprecian abrirse al Amor vincular que los habrán de trascender. Y vaya si hay transferencias de energía. Llamar a esto “disipar” no me parece demasiado brillante. La necesidad de enriquecerse el gen mediante su apertura vincular es mucho más profunda que lo que trasciende de la palabra “disipar”. Bastante poca seductora explicación que cualquier proceso amoroso supera en emoción e intelección, con reconocible transpiración. Lo trascendente de la integridad de la reunión de campos no queda acotado con estos parámetros semánticos; aunque está claro el esfuerzo catecuménico por rescatar viejos enunciados que así siguen pesando en cosmovisión.
De otro discuso recojo: “En el ecosistema estresado se observa una disminución general de las magnitudes de los flujos. La implicación es que el estrés se ha traducido en una reducción del ecosistema en términos de biomasa, consumo de recursos, reciclado material y energético, y capacidad para degradar y disipar la energía entrante”.
El sector de aprox. 80 Km2 frente a la gran metrópoli que abarca desde el delta hasta el Dock Sur reconoce menos de 0,80 m de profundidad promedio y flujos en estado catatónico, y siguen nuestros matemáticos modelando sistemas cerrados y bien alejados de las hecatombes bien visibles que se descubren en este sector que promete ser lodazal cuyo cadáver nauseabundo velaremos durante 200 años. ¿De qué sirve hablar del equilibrio termodinámico si no son capaces de diagnosticar un cadáver de 224 años como confiesan los flujos y las pérdidas de 8 cms anuales de profundidad que carga el Riachuelo? Hablar de “energía entrante” nos puede llevar a los cielos de los más grandes descubrimientos, pero dudo que eso ocurra sin antes confesar que las energías entrantes de los reflujos por la boca falsa abierta hace 224 años, está esperando algo más de sinceridad. Las Musas regalan dones, pero a cambio piden abundante sinceridad interior. Y aquí también son dables de observar procesos de entropía inagotable que nos permiten sospechar que la materia y la energía tienen resortes entrañables que van bastante más allá de lo que concebimos de ellas.
Refiriendo un poco a la sinceridad: Si un grupo de ecosistemas recibe la misma energía incidente, es de esperar que el ecosistema más maduro sea el que irradie su energía a un nivel exergético más bajo; en otras palabras, el ecosistema más maduro sería también el que tendría una temperatura de cuerpo negro más baja. Hagamos una traducción práctica: los túneles del Maldonado a 30 m de profundidad, prometen asistir el ecosistema de los mercaderes urbanos instalados en paleocauces con una temperatura en sus aguas estancadas que verán traducida, ya no en capa límite, sino en fenomenal pared térmica que le congelará los sueños al más iluso. A semejante engendro le vendría bien acercarle este principio de los ecosistemas maduros como perlita de regalo. “El orden no es una propiedad de las cosas materiales en sí mismas, sino solo una relación para la mente que lo percibe”. Maxwell La evolución biológica genera desde hace cuatro mil millones de años organismos cada vez más complejos, a una tasa diríamos que exponencial; los virus, aunque simples, no contradicen que esta tendencia se ha dado siempre. Simplemente advierten que la historia es más complicada e interesante. Antes de entrar de lleno en la discusión del por qué de esa tendencia hacia lo complejo, necesitamos discutir sobre otras leyes físicas implicadas en el asunto El profano suele tener más claro que el experto la temporalidad de las leyes físicas, y tiene razón. (la energía útil intercambiable). No es que se vaya por el camino más rápido, es que cambiamos totalmente el camino. El río ya no baja desde los Pirineos, sino que busca activamente el Everest y baja el nivel del mar. Ya vamos mejorando la puntería. Eficiencia basada en integridad que siempre se traduce en responsabilidad, oportunidad, sin faltarle la compañía del buen azar. Esto no es teleología, sino simple ley de la Vida que no necesita enunciación porque es demasiado sencilla, natural y fácil de entender; incluso y en especial,para los menos” inteligentes”.
CAOS Y MEZCLAS Imaginemos los chocolates que saturan nustras aguas someras ribereñas; allí donde se juega la suerte de salida de toda clase de tributarios naturales y ciudadanos. Capa límite térmica y hidroquímica de naturaleza que cualquiera puede imaginar inimaginable. Allí donde se juega la suerte de todo el ecosistema de la interfaz tributario-estuarial; allí donde el INA jamás metió una cuchara; allí donde van a parar todas nuestras miserias; allí donde ya no se forman cordones litorales naturales sino las sedimentaciones más desordenadas y las derivas litorales ven aumentados 20 veces sus anchos normales; allí, a esa mezcla de suertes van a parar también, la insensibilidad de muchas academias.
Epílogo Con el caos se ha demostrado que un sistema puede exhibir un comportamiento muy complicado que emerge como consecuencia de la interacción no lineal de unos cuantos componentes del mismo. Podemos especular que la creatividad innata en la que viejas y nuevas ideas se conectan debe tener un trasfondo caótico que permite amplificar las fluctuaciones y moldearlas para dar estados mentales macroscópicamente coherentes, los cuales se experimentan como nuevos pensamientos. El caos provee mecanismos que nos permiten sostener libre albedrío en un mundo gobernado por leyes deterministas. La füsis en contextos de lingüística histórica antes de descubrirse como “naturaleza” en la más antigua filología aparece como fuente de creación descubriendo la energía propia que de ella brota. Muestra así materia y energía reunidas, y fecundas. El morfema *ka que completa como sufijo la palabra fisi-ca, desde su dimensión interjeccional que pertenece al primer estadio del desarrollo del habla hacia el lenguaje, nos entrega la patencia de lo admirable y que por ello se aprecia, se ama. Así la “física” conlleva en sus raíces primigenias mucho más materia y energía reunidas, operando juntas, celebrando juntas la Vida, que la celebrada en modelaciones matemáticas, disecciones, analogismos y determinismos. Así la física cuántica operando juntos sus binarios, transita mejor sendero. Es natural que hace cien años fuera más sencillo ver un cordón litoral y relacionarlo con la ola oblicua que se paseaba en visibles vecindades. Los flujos convectivos naturales internos positivos, a pesar de extraordinarios aún no hemos logrado sacarlos del corset de su vulgar catalogación como “turbulentos”. Turbulentos y revueltos así han quedado nuestros sistemas tras quedar perplejos. Ver una trama es maravilloso; eso es el fenómeno eurístico. Sentir y sorprenderse por la forma en que fue urdida, es catarata que sigue a ese fenómeno mucho antes de descubrirse como fenomenología. El fenómeno eurístico nunca necesitó de analogías, ni neologismos para despertarnos. Y su estela bien reconoce interminables entropías a los que tienen prisa en apurar cierres al "sistema". No buscamos fabricar una máquina; sino entender algo más de cómo vive Natura sin desperdiciar combustible . He de utilizar en alguna oportunidad la voz "campos" en lugar de "sistemas", para no quedar encerrado y expresar aprecios por aires menos asegurados. La voz "sistemas"en los textos en letra redonda aparece siempre con crédito a asegurar su aislamiento virtual asistiendo procedimientos de análisis. Y no he de discutir esa pretensión, pues no es desde sistemas cerrados que el fenómeno termodinámico va develando su constitución fenomenológica; sino desde dinámica entre campos o sistemas, guiando nuestro éxtasis; permitiendo vivenciar el movimiento perpetuo de "segunda especie" cuya realidad está presente en todo lugar, a pesar de ajena a sistemas mecánicos, siempre adicionalmente aislados. En ese intercambio “entre campos” tienen lugar todos los fenómenos termodinámicos. Ningún sistema termodinámico trasciende en el vientre de Madre Natura sin invitación a descubrir su relación a otro. Sus complejidades sorprendentes nunca necesitaron de seguridades mecanicistas, sino de imagen; para luego en aislada soledad sólo interrumida por los sueños, desde ese soporte transitar el largo camino del conceptualizar. Relaciones, que reitero, siempre sintieron el pathos fenomenal de una simple luz al amanecer; de fuente , en mi caso, nunca ignorada. El fenómeno, termodinámico en este caso, así a poco buscará constituirse como teoría fenomenológica, a partir de razonamientos deductivos, estudiando sistemas reales, sin modelizar y un día aspirando a método experimental. La voz griega "entropía" procede de la raíz indoeuropea *trep- volver, girar; en sánscrito, trápate cambiar de sitio; en griego, cantidad que se mantiene constante en un cuerpo tras sus diferentes transformaciones. Regalo que apunta a movimiento perpetuo y aquello que ningún modelo aislado puede imaginar viable –ni con ayuda de la 2ª ley o de 10 leyes más-, en brazos de Natura reina por doquier.
Panorama Cuando un sistema macroscópico pasa de un estado de equilibrio a otro, se dice que tiene lugar un proceso termodinámico. Ese cambio de estado es fruto de un intercambio con otro sistema. Allí está la clave del enfoque termodinámico. En esos "bits" operando juntos. Mirar por fuera no es conducente. Dejemos de lado lo que pasa en "un" sistema, para los mecanicistas que quieran entretenerse con ello. Miremos lo que pasa entre ambos, pues allí, insisto, está la clave, la manifestación del fenómeno termodinámico. Por ello tomaremos en cuenta al final de este hipertexto el amplio sistema macroscópico que gobierna al entender de este bruto hortelano, buena parte del Kaos creador que exhiben en sociedad los flujos estuariales, la deriva litoral y la deriva continental. Los textos en letra redonda pertenecen a un mecanicista. Los textos que siguen en bastardilla son de mi autoría. FJA La voz "entropía" procede de la raíz indoeuropea * trep-, volver, girar; en sánscrito, trápate, cambiar de sitio; en griego entropía, cantidad que se mantiene constante en un cuerpo tras sus diferentes transformaciones. Ya esto último regala anticipo de apuntes a movimiento perpetuo que ningún modelo aislado puede pretender y que en Naturaleza reina por doquier. En lingûística (y especialmente en semiótica), entropía refiere del nivel o grado de información discursiva frecuentemente ponderado por la cantidad de lexemas. Así se considera que un discurso con muchos neologismos es más entrópico que uno con pocos neologismos (notar que el mayor grado de neologismos puede aportar más información pero también -si es exagerado- caos en la información). Todo proceso de conceptualización conlleva giros que persiguen despejar velos. En tanto los giros no alcanzan pulimento, sobreviene Kaos apurando mejor elaboración. Así como más adelante veremos, aceptamos el movimiento perpetuo “de segunda especie”–(como si estas segundas especies no estuvieran presentes por todos lados las 24 hs del día)-, hay lexemas que adquieren esa condición a través de la imagen. Ellas regalan el giro que no alcanzan las palabras a ordenar, conmoviendo la "exagerada certeza", en este caso, de catecismos y principios cuyas pétreas seguridades matemáticas de sistemas aislados confian en contagiar su eternidad. En la perplejidad que despiertan muchas imágenes he visto reflejadas trabas personales, que hablan por "lexemas" que aún no han logrado sus giros aclarar. La entropía global del sistema es la entropía del sistema considerado más la entropía de los alrededores. También se puede decir que la variación de entropía del universo, para un proceso dado, es igual a su variación en el sistema más la de los alrededores. La aspiración a los absolutos deja, al menos en este caso, un pequeño lugar para recordarnos a los “alrededores”; que como la misma palabra lo indica, están por todos lados. La urgencia de cerrar un circuito o “sistema macroscópico”, nos suele llevar a ignorar extraordinarias realidades que hoy la imagen satelital, venciendo reflejos especulares, pone frente a nuestros ojos sin necesidad de añadiduras.
El proceso de conceptualización y posterior estímulo de concientización externa de un descubrimiento conlleva infinita más transpiración que el fenómeno del descubrimiento. Este siempre amenaza desorden catecuménico, canónico y mecánico. A evitar la cerrazón de los entornos viene en asistencia la voz Entalpía (del prefijo en y del griego "enthalpos" calentar. Magnitud termodinámica simbolizada con la letra H, cuya variación expresa una medida de la cantidad de energía absorbida o cedida por un sistema termodinámico, o sea, la cantidad de energía que un sistema puede intercambiar con su entorno. He de utilizar en alguna oportunidad la voz "campos" en lugar de "sistemas", para no quedar encerrado y expresar aprecios por aires menos asegurados. La voz "sistemas"en los textos en letra redonda aparece siempre con crédito a asegurar su aislamiento virtual asistiendo procedimientos de análisis. Y no he de discutir esa pretensión, pues no es desde sistemas cerrados que el fenómeno termodinámico va develando su constitución fenomenológica; sino desde dinámica entre campos o sistemas, guiando nuestro éxtasis; permitiendo vivenciar el movimiento perpetuo de "segunda especie" cuya realidad está presente en todo lugar, a pesar de ajena a sistemas mecánicos, siempre adicionalmente aislados. El fenómeno eurístico nunca necesitó de analogías, ni neologismos para despertarnos. Y su estela bien reconoce interminables entropías a los que tienen prisa en apurar cierres al "sistema". No buscamos fabricar una máquina; sino entender algo más de cómo vive Natura sin desperdiciar combustible . En ese intercambio “entre campos” tienen lugar todos los fenómenos termodinámicos. Ningún sistema termodinámico trasciende en el vientre de Madre Natura sin invitación a descubrir su relación a otro. Sus complejidades sorprendentes nunca necesitaron de seguridades mecanicistas, sino de imagen; para luego en aislada soledad sólo interrumida por los sueños, desde ese soporte transitar el largo camino del conceptualizar. Relaciones, que reitero, siempre sintieron el pathos fenomenal de una simple luz al amanecer; de fuente , en mi caso, nunca ignorada. El fenómeno termodinámico, así a poco buscará constituirse como teoría fenomenológica, a partir de razonamientos deductivos, estudiando sistemas reales, sin modelizar y un día aspirando a método experimental. Urgida por garantías, la física estadística imagina predecir el comportamiento termodinámico de sistemas macroscópicos -separadamente-, a partir de consideraciones microscópicas de las partículas formantes, utilizando para ello herramientas estadísticas junto a leyes mecánicas. La física estadística dice poder describir numerosos campos con una naturaleza estocástica, (reacciones nucleares, sistemas biológicos, químicos, neurológicos, etc) Limitaciones confesadas. En principio podríamos obtener toda la información necesaria sobre el comportamiento del sistema construyendo e integrando las ecuaciones del movimiento para todos los grados de libertad del sistema, sin embargo y debido al orden de magnitud del número de partículas en los sistemas macroscópicos (1025 partículas) tal enfoque es impracticable, ya que requeriría la resolución de un número increíblemente grande de ecuaciones diferenciales; no sólo eso, sino que introducir las condiciones iniciales de tal sistema sería imposible. Si a esta limitación le sumamos que toda esta historia viene de mirar a un sólo campo o "sistema", imaginemos la prisa que cargan los mecanicistas por modelar sus certezas, que así nada atienden de fenómeno termodinámico alguno. Anteponerle artículo determinativo a un sistema macroscópico, es propio de matemática presunción. El bagaje de física estadística que pueda tener atrás no le resta su carácter indeterminado. Siempre será una abstracción, tan llena de extrapolaciones como de recortes de lo ignorado que deviene de lo separado. Por algo la termodinámica reconoce despertar en fuente fenoménica, bien anterior a toda fenomenología. El fenómeno, como ya hemos dicho, no necesita de la lógica para alcanzarnos. Antes de toda lógica tenemos que despertar a ese presente en la interacción entre campos o sistemas, pues allí se gesta el meollo termodinámico. Un concepto esencial, -seguimos repitiendo, de los mecanicismos que se dicen aplicados a termodinámica-, es el de sistema macroscópico; que se define como un conjunto de materia que se puede aislar espacialmente y que coexiste con un entorno infinito e imperturbable. Volvemos desde la razón práctica con la lógica pretensión de estudiar fenómenos termodinámicos desde sistemas aislados. A esta altura de los tiempos seguir hablando de flujos turbulentos sólo es explicable por la falta de criterio para enfocar el territorio de lo termodinámico; que es necesario reconocer en la interacción de campos, antes de hablar de sistema alguno. Primero VER y luego encajarle el sistema que más convenga. No podemos empezar desde "el sistema" porque este hace tiempo enterró su raíz fenomenal y dudosa es su sensibilidad para abrirse al "ojo dulce, mirada repentina" que acompaña a todo fenómeno eurístico. Aún no han reparado en la relación que en la interfaz regala la deriva litoral para proteger todas las riberas; y los mismos físicos en dinámica costera se ocupan de interponerle escolleras para provocar convección externa. Los sedimentólogos siguen estos mismos catecismos que nada descubren de termodinámicos. El trauma bien intuible de toda una Vida de obranzas contra Natura invita a una especial consideración de estos problemas; aún cuando debo reconocer no he visto iluminado el camino transaccional que facilite consuelos, pues para muchos ese despertar será una pesadilla.. El estado de un sistema macroscópico se puede describir mediante propiedades medibles como la temperatura, la presión o el volumen, que se conocen como variables de estado. Es posible identificar y relacionar entre sí muchas otras variables termodinámicas (como la densidad, el calor específico, la compresibilidad o el coeficiente de dilatación), con lo que se obtiene una descripción más completa de un sistema y de su relación con el entorno. Estas no son variables termodinámicas, sino físicas en el sentido tradicional; no en el de una Füsis. Para que devengan termodinámicas necesitamos mirar en el acople sus transferencias. Las moléculas del Aliviador del Reconquista pueden tener el peso específico que sea; pero es en el conflicto mismo con las moléculas del Luján donde cabe hablar de variables termodinámicas. Nunca nadie hizo mención alguna al tapón termodinámico en esta salida -salvo este hortelano que suscribe-; y por ende, nadie ha hecho propuesta de enfoque termodinámico. Han mirado con ciencia hidráulica y llevan gastados en los últimos 60 años más de 2500 millones de dólares, para estar cada día peor. Ahora han dejado estas calamidades en manos de "arquitectos" que prometen con el plan MINFRA resolver el problema en corto plazo. A este nivel de despistes nos han conducido las seguridades o forceps de sistemas cerrados, mecánicos, con seguridades matemáticas. Todas estas variables se pueden clasificar en dos grandes grupos: las variables extensivas, que dependen de la cantidad de materia del sistema, y las variables intensivas, independientes de la cantidad de materia. Cuando un sistema macroscópico pasa de un estado de equilibrio a otro, se dice entonces que tiene lugar un proceso termodinámico. Por qué no miran entonces ese pasaje y dejan las demás historias a los mecanicistas. Un sistema de cordón litoral se reconoce desde termodinámica dando por un lado contención a un estrecho corredor de flujos que exhibe transferencias de energía en su propio régimen convectivo interno y en los acoples entre la deriva litoral y las aguas del tributario; y de masa sedimentaria que deposita en el filo del sistema inmediato exterior, fundando por capa límite térmica la protección necesaria para sostener convección interna prolongada. ¿Cuál es el límite del “sistema” macroscópico? Una visión de la irremplazable cooperación vital entre los campos de flujo descubre los límites de esta expresión. Ver en "Observaciones personales a partir de una renovada mirada a enlaces termodinámicos en el devenir de flujos y transferencias sedimentarias" al final de este hipertexto, un ejemplo de amplia cosecha deductiva sobre los fondos estuariales, que reconocidos con esforzados trabajos de campo, nunca lograron avanzar en la clarificación primaria de su constitución. Sin embargo, dejaron todo preparado para que con una mirada entretejida de flujos, un hortelano arriesgara en un instante esas perspectivas. La bondad de esos esfuerzos previos es parte de esta catarata eurística y por ello alcanzo a tan pacientes labores mi gratitud y cálido reconocimiento. Analizar, modelizar o modelar salidas tributarias, sin considerar la deriva litoral es una de las mayores torpezas que he descubierto por estos años que llevo mirando las riberas estuariales urbanas. Por este motivo el acta de defunción del Riachuelo viene demorada por 224 años. Y no ha habido modelador matemático que haya hecho la más mínima observación sobre el tema. Tan seguros están de las variables con que imaginan haber enriquecido su sistema macroscópico; tan ensimismados que se olvidaron del territorio donde se expresa el fenómeno termodinámico. En adición de desenfoques, en ese nigro, nigrum, nigredo de abajo a la izquierda, la bien intencionada Romina prometía en S. Corte trabajos de campo de carga másica. Las leyes o principios de la termodinámica, descubiertos en el siglo XIX a través de meticulosos experimentos, determinan la naturaleza y los límites de todos los procesos termodinámicos. Exageradísimo aserto, sólo entendible en aquellos tiempos y en el disco duro del catecismo mecanicista que se goza de alcanzarnos todas las seguridades dentro de límites que son bien ajenos a los campos ligados donde se manifiestan y no siempre se descubren, los fenómenos termodinámicos.
PRINCIPIO CERO DE LA TERMODINÁMICA Frecuentemente, el lenguaje de las ciencias empíricas se apropia del vocabulario de la vida diaria. Así, aunque el término “temperatura” parece evidente para el sentido común, su significado adolece de la imprecisión del lenguaje no matemático. El llamado principio cero de la termodinámica, que se explica a continuación, proporciona una definición precisa, aunque empírica, de la temperatura. Si dos sistemas distintos están en equilibrio termodinámico con un tercero, también tienen que estar en equilibrio entre sí. Esta propiedad compartida en el equilibrio es la temperatura. El concepto de “sistema macroscópico” reitero, resulta en no pocas situaciones mucho más complicado de aceptar que lo sugerido por el principio cero de termodinámica. También este principio cero conoce sus dolores de cabeza. Veamos el siguiente caso donde varios sistemas se cruzan en una situación tan insólita que no sabría si llamar de equilibrio o desequilibrio. Esta confusión respecto de cómo adjetivar deviene del hecho que el llamado "equilibrio" se descubre no sólo "fenomenal", sino también insólito. Primero entonces tendremos que averiguar con qué ecuación integrar este "insólito". Recordemos que la termodinámica es una ciencia de origen fenomenal antes incluso de pretender aparecer deductivo. La sorpresa es fundamental para reconocer que estamos en territorio termodinámico. La constitución fenomenológica de la termodinámica siempre nace de una instancia fenoménica caracterizada por un simple fenómeno. Sin fenómeno, no hay fenomenología. En el ejemplo que sigue reconozco un tramo del Salado en su condición natural, recibiendo por un lado las aguas de un estrecho canal artificial y acercándolas contra la corriente natural al gran canal del Salado artificial a 1600 m de distancia al Sur. Más misterio, imposible. Pero así de atrapantes deberían ser los desórdenes termodinámicos para la mente mecánica, si pretende sumergirse en territorios termodinámicos. El "equilibrio" en este ejemplo no es para poner en duda, pues nadie hasta ahora se dió cuenta de que algo extraño acontece allí. Todo parece funcionar perfecto. Sin embargo, mayor desorden para la lógica mecanicista no se me ocurriría acercar. Un tramo natural de un curso de agua de llanura extrema de aprox 110 m de ancho, que simplemente había sido conectado “aguas arriba” al gran canal artificial del Salado de aprox 110 m de ancho; y recibido el mismo primero, el aporte de otra canalización de aprox 10 m de ancho, 1600 m “aguas abajo”. Lo de aguas arriba y aguas abajo en planicies extremas es dable ponerlo con signo de interrogación; pero al menos sabemos que ese tramo natural en cuestión, siempre marchó aguas abajo, como hoy también lo sigue haciendo. Salvo que…, al recibir la conexión de este pequeño canal decidió prestarle servicios de transporte a través de su ribera occidental a este estrecho canal tributario, para que fuera a encontrarse con su hermano mayor, también artificial, y hacerlo para nuestra sorpresa, marchando 1600 m aguas arriba. ¿Cómo hizo este pequeño canal para descubrir tan atractivo panorama? Si fue hecho a propósito ya tenemos un genio oculto en algún lado, que merece ser descubierto y premiado. Ver http://www.alestuariodelplata.com.ar/salado.html Así entonces este sistema macroscópico del pequeño canal artificial pasó a reportarse a otro natural, para luego unirse a otro artificial mayor. Tres sistemas: ¿¡"asociados"..."disociados"..."en equilibrio... desequilibrio"?!, -semejante sorpresa, supera los cánones de lo válido-; con doble respuesta a sus diferencias de rumbo y temperatura; que su reconocimiento obligado habilitó la inevitable sedimentación que por capa límite térmica se viene desde entonces gestando, para permitirle incluso a uno, robarle aguas al otro. Vemos a este curso del Salado original, reitero, supuesto ”sistema macroscópico”, multiplicarse y pasar a sostener dos sistemas macroscópicos, uno natural y otro artificial, dentro de lo que alguna vez fue un simple curso de aguas, haciendo hoy cada uno de ellos bien a contrapelo su trabajo, con las variables extensivas e intensivas de cada caso. Tan abstruso en su rumbo y compartimiento, como el de la deriva litoral. Esto pone de manifiesto que nuestros enunciados científicos tan simples y rígidos, no impiden a Natura descollar en riqueza y reversibilidad. Así parece sugerirlo este caso; aún cuando todas las razones para modelar matemáticamente la situación original aislada de este tramo natural de 1600 m., vayan al diablo. Esa modelación, si alguna vez se hizo, no apuntaría al fenómeno termodinámico, sino a simple enfoque hidráulico. La estadística física aquí tiene oportunidad de hacer ejercicio de sinceridad interior y de afilar sus herramientas. Más fenomenológico y simple de observar, imposible. Pero también fácil reconocer que lo fascinante para un hortelano, resulta imposible de digerir en estómago mecanicista. Por eso sigue siendo la mirada y la imaginación puerta a todos los descubrimientos y cambios, que luego las matemáticas tendrán oportunidad de asegurar; o esperar que otra mirada nueva y la imaginación necesaria para escapar a dictados científicos previos, sugiera qué mirar y luego, cómo actualizar enunciados. Está claro que la tarea de anunciar un eureka conlleva dificultades incomparables cuando se tiene que dar a enunciados; pues aquí tendrá que enfrentarse con todos los catecismos acreditados, pulidos, dogmatizados y premiados. Reiteramos el planteo de los equilibrios que tanto gusta a los mecanicistas. Cuando dos sistemas están en equilibrio mutuo, comparten una determinada propiedad. Esta propiedad se puede medir, y se le puede asignar un valor numérico definido. Una consecuencia de ese hecho es el principio cero de la termodinámica, que afirma que si dos sistemas distintos están en equilibrio termodinámico con un tercero, también tienen que estar en equilibrio entre sí. Esta propiedad compartida en el equilibrio es la temperatura. ¡¿Cómo fue entonces que no observaron que las aguas de un tributario estuarial en su salida aparecían ligadas a dos campos; uno que lo montaba sobre sus hombros y otro que le construía una pared; resultando ambos, irreemplazables y en extremo vitales?! En el primero compartía temperatura y en el otro le negaba esos aprecios; pero ambos comportamientos concurrían a la solución. Si no observaron esto en mil años es porque nunca tuvieron vivencias fenomenales y tampoco conocieron el tránsito fenomenológico constitutivo de soportes termodinámicos. Ignorando el sentido y compromisos de la deriva litoral velada hasta hoy, habría que hablar de separación concreta entre los derivados "mecánicos"y la termidinámica. Por supuesto, todo el universo está en equilibrio; pero no mencionamos todo lo que hemos ninguneado con este mentado y seductor "equilibrio" para servir a ese absoluto al que la ciencia mecánica se acomoda sin margen de discusión. Si uno de estos sistemas se pone en contacto con un entorno infinito que se encuentra a una temperatura determinada, el sistema acabará alcanzando el equilibrio termodinámico con su entorno, es decir, llegará a tener la misma temperatura que éste. (El llamado entorno infinito es una abstracción matemática denominada depósito térmico; en realidad basta con que el entorno sea grande en relación con el sistema estudiado.) ¡Otra forma de presentar absolutos que estallaría en pedazos dándose un baño en la corriente del Golfo! La temperatura de cualquier sistema se puede determinar poniéndolo en contacto térmico con el termómetro, siempre que el sistema sea grande en relación con el termómetro; y que la imaginación esté gobernada por el catecismo mecanicista de turno. Termómetro y sistema macro o microscópico no son ámbitos termodinámicos, si no se descubren pisando ámbitos de interacción.
En cualquier máquina, hace falta cierta cantidad de energía para producir trabajo; es imposible que una máquina realice trabajo sin necesidad de energía. Una máquina hipotética de estas características se denomina móvil perpetuo de primera especie. La ley de conservación de la energía descarta que se pueda inventar nunca una máquina así. A veces, el primer principio se enuncia como la imposibilidad de la existencia de un móvil perpetuo de primera especie. Sin embargo, Natura viene probando otra suerte con estos principios. Las corrientes convectivas internas que no cesan de recorrer los océanos y mueven miles de veces la energía que mueve el hombre en el planeta, sugieren aprecios a formas extraordinarias que bien reconocenen movimiento perpetuo, aunque aquí sean mentados como “móviles perpetuos de segunda especie”. Por supuesto, esta historia se acaba si el sol se apaga. Pero mientras siga encendida la lamparita no veo motivos para no aspirar a imitar a Madre Natura, que en planicies extremas da silenciosas cátedras contradiciendo infinidad de catecismos y correlatos matemáticos demasiado seguros de sí mismos. A estos contrastes da rienda suelta la Musa que inspiró a Dalí. La segunda ley de la termodinámica da una definición precisa?! de una propiedad llamada entropía. La entropía se puede considerar como una medida de lo próximo o no que se halla un sistema al equilibrio; también se puede considerar como una medida del desorden (espacial y térmico) del sistema. Estas miradas a la entropía son las más chiquititas que habremos de escuchar y corresponden a los sistemas cerrados. La segunda ley afirma que la entropía, o sea, el desorden, de un sistema aislado nunca puede decrecer. Por tanto, cuando un sistema aislado alcanza una configuración de máxima entropía, ya no puede experimentar cambios: ha alcanzado el equilibrio. La naturaleza parece pues “preferir” el desorden y el caos. Se puede demostrar que el segundo principio implica que, si no se realiza trabajo, es imposible transferir calor desde una región de temperatura más baja a una región de temperatura más alta. Sigue presente el dilema mecanicista al enfrentar lo que ellos llaman “desorden o caos”, en fenómenos que escapan al gobierno de sus analogías. He visto sistemas de flujos los más diversos, mantenerse disociados, marchar en rumbos opuestos uno al lado del otro, tansferirse los más fríos a los más calientes, y viceversa. Suficientes imágenes para advertir que antes de apurar catecismos al menos este hortelano aprecia seguir mirando. Ver, repito, en Paso de la Patria las transferencias del Paraná más limpio y fresco, al Paraguay cargado de sedimentos del Bermejo. Y viceversa, en el Uruguay, las aguas del sistema del Oeste cargado de sedimentos aparecer de pronto absorbido por el sistema más limpio y profundo del Este. Ver http://www.alestuariodelplata.com.ar/uruguay.html He visto los flujos de los Pozos del barca Grande sostener su condición “laminar” rodeado en ambas márgenes de flujos convectivos internos a contrapelo de este gran corredor partiendo al medio un supuesto sistema macroscópico que sin duda todavía tiene mucho para descubrir y debiera dar mucho que hablar por sus descomunales acreencias deltarias comprometiendo múltiples destinos. La necesidad y urgencia de poner nombres es inevitable. Pero luego quedamos muchas veces atados por un siglo a estas urgencias, que nada tenían que ver con otra realidad que la nuestra; no la de Natura. Natura no está atada a leyes. Somos nosotros los atados a ellas. Y es natural que así sea. Por ello, también aconsejable recordar que nuestros conocimientos tienen límites inefables, que los “fenómenos” interactivos, por ello, termodinámicos, se ocupan todos los días de manifestarse escapando a los límites de nuestros "sistemas" . El segundo principio impone una condición adicional a los procesos termodinámicos. No basta con que se conserve la energía y cumplan así el primer principio. Una máquina que realizara trabajo violando el segundo principio se denomina “móvil perpetuo de segunda especie”, ya que podría obtener energía continuamente de un entorno frío para realizar trabajo en un entorno caliente sin coste alguno. Cuántas veces, el segundo principio se formula como afirmación que descarta la existencia de móvil perpetuo de segunda especie. Tal el caso de la corriente cálida del Golfo que sostiene su energía interna, sin desperdicios que no logre compensar. Esto que llaman “segunda especie” está presente en todos lados. Tan presente como el sol; y más aún, pues estas segundas especies lo están las 24 horas del día. El Riachuelo de los navíos sacaba afuera sus aguas las 24 horas del día, a pesar de los reflujos; porque contaba con ese recurso de segunda especie que llamamos deriva litoral. No sé a qué viene esto de segunda o primera especie, pues en ambos está presente la misma fuente originaria de energía. A veces el afán de dividir lleva el discerminiento a quedar dividido y sin retorno; fondeado en un participio que no asiste “presente”. La urgencia por hacer cuentas los baja de ese presente, que siempre se pierde en el mismo instante que se congela en “seguridad”.
CICLOS TERMODINÁMICOS Todas las relaciones termodinámicas importantes empleadas en ingeniería se derivan del primer y segundo principios de la termodinámica. Resulta útil tratar los procesos termodinámicos basándose en ciclos: procesos que devuelven un sistema a su estado original después de una serie de fases, de manera que todas las variables termodinámicas relevantes vuelven a tomar sus valores originales. Sin duda este concepto ya regía cuando se proyectó el Aliviador del Reconquista que jamás logró devolver nada al sistema original. En un ciclo completo, la energía interna de un sistema no puede cambiar, puesto que sólo depende de dichas variables. Por tanto, el calor total neto transferido al sistema debe ser igual al trabajo total neto realizado por el sistema. ¿Cuáles son los límites que carga esta palabra “completo”? La salida de un tributario estuarial subiéndose a los hombros de la deriva litoral y protegiéndose con el cordón que ella misma borda, en un momento determinado muta su convección natural interna positiva a externa negativa y la palabra “completo” queda entonces complicada. Entiendo estas simplificaciones como una de tantas urgencias que tienen que cerrar para dar lugar al llamado “sistema; que siempre queda descolgado del entorno y así la solución matemáticamente propuesta para resolver los problemas de un llamado "sistema" que en nada veo termodinámico, veo que nunca funciona.
Cuando dos sistemas están en contacto, se transfiere energía entre sus moléculas como resultado de las colisiones. Esta transferencia continúa hasta que se alcance la uniformidad en sentido estadístico, que corresponde al equilibrio térmico. El equilibrio térmico es bastante menos interesante desde el punto de vista fenomenal, que el paupérrimo calificativo de “desorden” con que refieren a todos los flujos “no laminares”. Antes de apuntar al “equilibrio” como interesante sólo al efecto de la uniformidad en el sentido estadístico, mucho más atrayente resulta empezar a mirar los fenómenos alrededor de la delicadeza del gradiente térmico entre sistemas. Estos gradientes en geofísica oceánica que se regalan apreciados en el orden de décima de grado, son vitales a meteorología. Y nosotros seguimos ignorando el bruto gradiente de más de 4 grados centígrados instalados a 30 m de profundidad en los túneles del Maldonado, bloqueando la comunicación entre los sistemas de superficie y de salida. Esta perlita le fue regalada en público a la ex presidenta de la Agencia Ambiental de la CABA en la audiencia pública en el teatro Regio; para ella sólo preocuparse en contar los minutos de mi salida. Tal vez, algún día mi Querida Musa Alflora me inspire como suscitar fenómenos termodinámicos entre las almas. Es algo celosa. http://www.arroyomaldonado.com.ar/mal10.html La energía cinética de las moléculas también corresponde al calor, y, junto con la energía potencial relacionada con las interacciones entre las moléculas, constituye la energía interna de un sistema. La energía interna de un sistema no es ajena a la externa que tantas veces asiste como “móvil perpetuo de segunda especie”. Sin llegar tan lejos, la hipersincronicidad mareal que cargan las derivas litorales, también hablan de fenómenos mucho más ricos que los abreviados capítulos de “equilibrios” que sólo asisten la simplificación de los procesos estadísticos. En una ceguera todo pudiera descubrirse en equilibrio, manteniendo sosegado al siquismo cada vez que nos damos a tapar agujeros con virtuosas extrapolaciones. Está claro que si las transferencias dentro de un mismo sistema aún tienen mucho para descubrir –tal el caso de las células de Berard que no cesan de sorprender-; las transferencias o no transferencias por capa límite entre sistemas, sostienen riquísimas complejidades a reconocer, que a ninguna estadística le vienen facilitando la Vida. Nunca he escuchado a nuestros modeladores hidráulicos hablar de otra capa límite que la hidrodinámica. A la térmica la reemplazan por la ola oblicua, bastante más visible para un mecanicista, que así se pasa midiendo olas. La estadística es herramienta válida para atender urgencias aseguradoras. Pero no es ella el límite de las realidades que vemos y no vemos; sino de nuestras más pobres conceptualizaciones. La visión mecanicista nos gobierna, pero su imperio está circunscripto a “leyes y principios”; que en nada obliga a los de Natura. Principios estos, que nunca las matemáticas develarán; sino desde la simple mirada afortunada que viene de una Musa regalada. A esta fuente responde la esencia de cualquier fenómeno: físico, metafísico o intrafísico. En esa fuente se corre el primer velo de la interacción termodinámica. Los tiempos nuevos han acercado en forma extraordinaria imágenes que alcanzan universos macroscópicos y microscópicos con una fidelidad impensada. Las lecturas espectrales permiten descubrir intensidades y extensidades que recién ahora comenzamos a evaluar. Nadie frente a este descomunal presente se queda leyendo catecismos. A nivel macroscópico las imágenes regalan universos imposibles de descubrir a nivel microscópico antes de que las imágenes hablaran. El provecho que ha sacado el hombre de estos principios, tergiversando enunciados sobre termodinámica para justificar los forceps con que ha parido sus máquinas, conocerá algún día delicadezas impensadas que ninguna “máquina” ha logrado traducir en respetos comparables a los que desde Natura nuestras Musas nos sugieren; por dar un ejemplo: los flujos convectivos internos en aguas someras en planicies extremas y sus aportes a las salidas tributarias estuariales; empezando por los despreciados meandros y las costas blandas. La conservación de la energía, una ley bien conocida en mecánica, se transforma en el primer principio de la termodinámica, y el concepto de entropía corresponde a la magnitud del desorden a escala molecular. La magnitud del desorden es a escala mecánico-mental. La palabra griega entropía que para unos significa "evolución o transformación"; y para otros: "cantidad que se mantiene constante en un cuerpo tras sus diferentes transformaciones"; implicando esto último un anticipo de apuntes a movimiento perpetuo. Y para otros,...bastante más pobre cuando afirman que la entropía es observable en sistemas aislados. En la Naturaleza no hay sistemas aislados. Todos son "móviles de segunda especie". Decir que la Naturaleza está en desorden en sistemas interactivos que así se han expresado por millones de años, es estar en la luna. Pero así son vistas las cosas encerradas en sistemas, catecismos y mecanicismos que están al orden del día. El concepto de conservación de la energía es tan triste como desolador cuando no se ve enriquecido con advertencias mínimas de las advertencias más ricas sobre conducción, convección y transmisión, siempre interactiva que le dan sentido. La expresión “desorden” da la pauta de esa enorme “laminar” pobreza. Suponiendo que todas las combinaciones de movimientos moleculares son igual de probables, la termodinámica demuestra que cuanto más desordenado sea el estado de un sistema aislado, existen más combinaciones que pueden dar lugar a ese estado, por lo que ocurrirá con una frecuencia mayor. La probabilidad de que se produzca el estado más desordenado es abrumadoramente mayor que la de cualquier otro estado. Esta probabilidad proporciona una base estadística para definir el estado de equilibrio y la entropía. Es tan abrumadora esa mayoría que resulta llamativo la sigan llamando despectivamente como “desorden”. El día que penetremos ese desorden nos quedaremos con la boca abierta unos cuantos siglos. Si el llamado “desorden los tiene congelados, la base estadística frente a cualquiera de estos fenómenos, es de una simplificación que aterra. En ese oportunísimo despertar al fenómeno del “desorden”, poco parecen haber progresado. Sugiero una visita a estos vínculos: http://www.alestuariodelplata.com.ar/termodinamica.html http://www.alestuariodelplata.com.ar/termodinamica2.html http://www.alestuariodelplata.com.ar/termodinamica3.html Por último, la temperatura puede disminuirse retirando energía de un sistema, es decir, reduciendo la intensidad del movimiento molecular. El cero absoluto corresponde al estado de un sistema en el que todos sus componentes están en reposo. Sin embargo, este concepto pertenece a la física clásica. Según la mecánica cuántica, incluso en el cero absoluto existe un movimiento molecular residual. Un análisis de la base estadística del tercer principio se saldría de los límites de esta discusión. Reiterando los límites de esta discusión para también de mi parte concluir, las voces “equilibrio” y “entropía” permanecen atrapadas por urgencias y simplificaciones de sistemas aislados que así los reclama la “mecánica estadística”. La base estadística para definir el “estado de equilibrio y la entropía” es fruto de un recorte “práctico” que en nada limita los abismos que ambas voces cargan y por donde asoman tan gruesos errores en obranzas, como doloroso despertar en desestructuración nuclear. La versión de una “critical heuristic” es extrapolación de lo mismo que jamás intuyó la fuente de los eurekas. Es tan rica la realidad profunda que es imposible que una estadística la atrape antes de que a cualquier simple mortal le sea regalada en ojos deslumbrados. Sin fenómeno, no hay fenomenología. Y sin ella no hay termodinámica. Así como, sin bi-os -o bi-on-, no hay biología. Estudiamos el ser, -el on-; pero cómo advertir si lo hacemos desde el bi, junto al bi. La generación de la Vida se expresa en la "reunión" de dos. Los usos y costumbres de la ciencia, su necesidad de dis-cernir, de dividir, nos han llevado a esta situación que la füsis cuántica promete corregir. http://www.alestuariodelplata.com.ar/luna6.html Las dos imágenes que siguen nos acercan a los compromisos mínimos visibles entre el sistema continental, la deriva litoral atlántica, la estuarial; y los corredores de flujo, aquí no graficados, que tradicionalmente gobernaron el sobrevuelo virtual de conflictos estuariales. A ellas les sigue una breve compilación de esbozos que guiaron con paciencia y esfuerzo nuestra reciente tradición sedimentológica estuarial. Y observaciones personales sobre ellas, a partir de una renovada mirada a enlaces termodinámicos, en el devenir de flujos y transferencias sedimentarias. Pequeño universo local de fenómenos termodinámicos que a mi Querida Musa Alflora Montiel, una y otra vez, aprecio siempre agradecer. Francisco Javier de Amorrortu, 12/6/2010
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