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Velos y Avatares

El caso es que desde hace unos años me toca apreciar el compromiso con los enlaces creados en la expresión “ecología de los ecosistemas”, que van más allá de tautologías o meros pleonasmos, para darse a enfocar las relaciones energéticas -en este caso que tratamos-, de ecosistemas de humedales aledaños.

Y aquí me caben dos suertes: 1º. la que regala el glosario de la ley prov. 11723 cuando define la voz “ecosistema” resaltando su carácter termodinámico natural abierto y el rol de los sedimentos. Que aunque en forma muy ajustada abre el sendero legal a un universo nuevo.

2º. La necesidad de poner tinta sobre papel para nomenclar todos los formatos de humedales aceptados por la ciencia desde Ramsar a la fecha.

El poner nombres a las cosas suele generar créditos, que por ello imaginan el universo del preguntar queda resuelto. Y el universo que más me llama la atención es el de los traspasos de la energía solar de un ecosistema de humedal, al inmediato vecino. Así por caso: de un estero, a un río y/o viceversa cual es el caso de los derrames del río Uruguay al SE de Gualeguay. O de un río a un estuario, mediando entre ambos un cordón litoral sumergido, un seno entre cordones y una deriva litoral.

Si falta el cordón y su correspondiente seno, no hay salida. Si falta la deriva litoral, no hay salida.

Por ser tan vitales, elementales, propios y funcionales cada uno de estos eslabones, es que los considero “humedales”, aunque nadie haya hecho incapié en ellos desde el punto de vista de los compromisos termodinámicos que descubren sus enlaces entre ecosistemas aledaños;; ésto es: sus ecologías.

Intercambio de aprecios con Román Segovia, septuagenario, geólogo y doctor en ciencias naturales

Estimado Dr. Segovia, recién ayer abri el pdf de su tesis doctoral. Veo que ha trabajado llenando las alforjas de información. Y aprovechando los aprecios que Ud regala a las diferencias de visión acercaré algunas, saltando de tema en tema, pues la lectura apresurada que he realizado me invita a no demorarme en extensiones.

Dice el Dr. Segovia: Una disciplina científica, como es nuestro caso, reclama permanentemente la utilización de una manera de comunicación rigurosa, concisa, contundente, sin multiplicidad de sentidos o significados. Un lenguaje único y acordado (obviamente con matices), es indispensable, sobre todo desde el punto de vista metodológico.

En la interfase hidrósfera-litósfera, el agua es un agente geomórfico de alta incidencia, tanto por su presencia como por su ausencia; según sea, estarán reflejados en la geomorfología resultante (v.g. médanos, cauces, albardones). Aquí también revisten importancia en los procesos, las características generales de la litología y diagénesis los sedimentos.

Dice este burro: "el orden: médanos, cauces y albardones ya me alertan".

Poner a la voz "médanos" en primer lugar me recuerda las diferencias de opinión entre este burro y la geología. La riqueza de Vida enterrada en estos suelos no me descubre primacía de desiertos, sino de mares, ríos y lagunas.

Hoy, los últimos 2100 Kms del Paraná me descubren pendientes de tan solo 5 cm/Km; que llegados a Rosario descienden a 3 cm/Km y llegados a la Vuelta de Obligado a tan solo 7,5 mm/Km, para finalmente en Atucha alcanzar los 4 mm/Km. De ahí a Punta Lara: 4 mm/Km.

Por ello mi aprecio a la voz “llanura”, que aunque no refiera de los volúmenes, introduce el valor de los aportes de la energía solar. Unica responsable de los traslados sedimentarios en estas condiciones de ausencia de energía gravitacional; salvo la que responde a eventos máximos.

Por ello su poco aprecio a esta voz “llanura”, lejos estamos de compartirla.

Señala el Dr. Segovia: Otra cuestión a ajustar son los conceptos de llanura y cuenca. La más de las veces encontramos una correspondencia unívoca entre ambos conceptos, pero ello no es absoluto. El término llanura refiere totalmente a una índole fisiográfica, es una superficie, es decir está compuesta por dos dimensiones, no posee volumen, consecuentemente no puede establecerse en ella correlación y superposición de estratos o variaciones laterales, menos aún insertar una columna estratigráfica, potencias de rocas o mencionar estructuras. La llanura expresa sólo una forma. En rigor es un vocablo de la geografía física, que en última instancia aporta una descripción de una geoforma en dos dimensiones. Analizado de esta manera las llanuras, ellas son geoformas que ocurren en circunstancias particulares del sistema tierra.

Tomando ahora los razonamientos desde el término cuenca, la mirada geológica se adecua sin ningún forzamiento. La geología estudia cuerpos geológicos, es decir, encontramos en ellos las tres dimensiones, de manera que incorporarles a esos cuerpos una sucesión estratigráfica, un estilo estructural y rasgos geomorfológicos, no es sólo sencillo sino imprescindible, en caso contrario, el volumen quedaría vacío de saberes geológicos, que es lo que nos incumbe en esta labor. Por lo dicho, preferimos utilizar el término cuenca ya que remite a un cuerpo, en nuestro caso, geológico.

Dice este burro: Respecto a la voz “albardón” es ésta una voz demasiado joven y limitada a 3 países. En adición, el macaneo que han hecho de ellos me pone la piel de gallina. Por ello jamás la uso, en tanto me veo tentado de despertar a algún alma difunta que aprecio y por eso … mejor lo callo.

Respecto a la voz “cuenca” me pasa algo bastante original, como es el caso de señalar que la llamada “cuenca del Salado” es una propina que le regalaron las aguas cordilleranas al final de la servicial atracción advectiva que cada uno de los ríos serranos Vº, IVº y IIIº les hacía a las anteriores.

Los vientos no tienen capacidad para arrancar y transportar sedimentos a cientos de kilómetros de distancia y dejar huellas super ordenadas como el otro día le comentaba. Siempre los médanos dejan huellas de zigzagueos que los denuncian. Aún los más sorprendentes. Si bien hay que afinar el ojo para advertirlo, no es necesario usar lupa.

Las lluvias por el contrario son capaces de derretir montes como los que se encuentran en los alrededores del parque nacional Baritú y ser responsables de un torrente de sedimentos, que hoy mismo es responsable, solo el Bermejo, del 72% de todos los sedimentos que alcanzan al estuario del Plata.

Las aguas del Paraná reconocen por cientos de kilómetros la ribera Oeste como perteneciendo a este sistema del Bermejo que marcha disociado de las del Paraná.

Del Pilcomayo no hablo, pues habiendo sido no menos extraordinario que el Bermejo, lo han hecho trizas nuestros dilectos hijitos de Newton, obrándole sarcófagos por todos lados. Hoy el Pilcomayo reconoce pérdidas de 25 a 30 Kms de cauce por año debido a atarquinamientos generados por estos sarcófagos sin ninguna aptitud para transferir energías solares de los sistemas de esteros aledaños a las sangrías mayores y menores.

Por ello las referencias rescatadas de sus pares: "al que aquí llamaremos "río Ituzaingó" (o antiguo río Paraná o Paleoparaná) al llegar a aquella llanura, se abría en numerosos brazos en un enorme abanico aluvial húmedo, cuya forma podría asimilarse a las mega o gigantoformas de abanicos húmedos del actual sistema Bermejo/Pilcomayo; restos de esa estructura serían las áreas donde actualmente se encuentran los depósitos de la Formación Ituzaingó, que se extienden en un gran abanico, extendido en Paraguay (en los actuales "esteros del Ñeembucú") y Argentina en las llamadas "lomadas" o "cordones arenosos" (Herbst y Santa Cruz, 1999).

Se ha postulado también que el actual tramo E-W, aproximadamente entre Posadas (provincia de Misiones) y la confluencia con el río Paraguay (cerca de la ciudad de Corrientes) resulta algo anómalo en la región, tanto desde el punto de vista estructural como geomorfológico, y que es producto del encauzamiento del paleorío Ituzaingó que fuera capturado por el paleo-Paraguay.

Popolizio (com. pers. en 1975) ya había señalado que la paleomorfología del primer tramo del actual río Paraná (desde confluencia y hasta muchas decenas de kilómetros aguas abajo) responde a los caracteres sedimentológicos y geomorfológicos del río Paraguay y no a los del Paraná.

El volumen de agua al que el Dr Segovia refiere a continuación tal vez olvide que los sedimentos obran como motores de las aguas de estos ecosistemas de “llanura” y por ello el mayor aporte agua de la placa de Serra Geral no equivale a mayor energía. Materia y energía van juntas y esos aprecios parece que la geología se los ha venido ahorrando desde que nació.

Tanto los aportes de sedimentos para nutrir los fondos del mar paranaense al Norte del Carcarañá, que estimo en su mayor parte provenientes de los paleo sistemas hoy mentados como Bermejo y Pilcomayo, me dan lugar a sospechar que la franja acantilada al Norte y al Sur de la ciudad de Paraná responde a la disociación térmica, hidroquímica y de energías gravitacionales y convectivas de las aguas y sedimentos desprendidos de los lejanos montes del Oeste y de las de Serra Geral.

Tendría que tener más elementos de juicio para estimar qué perfiles de suelo y energías se regalaban en aquellos tiempos de la ingresión marina que no me hacen creer en sus comienzos fueran las de “un mar somero de aguas cálidas”.

Por supuesto, no era un mar de 200 m de profundidad, ni abierto a un océano Atlantico, pero sus dimensiones alcanzan y sobran para diferenciar los orígenes de los aportes tributarios del Oeste y del Norte y del Este. Y siempre recordando la fenomenal energía convectiva que cargan los sedimentos para hacer viajes mucho más prolongados de los que hasta hoy infirió la geología y la dinámica costera.

Señala el Dr. Segovia: Más hacia el sur, esta paleomorfología queda enmascarada, porque el aporte del volumen de agua ( y sedimentos) del río Paraná hoy es muchas veces superior al del río Paraguay y por lo tanto deja mejor su impronta. La idea de la captura del paleorío Ituzaingó por parte del río Paraguay podría explicar el exceso de carga suspendida que se opera en la evolución desde este paleorío al actual Paraná. Las arcillas aportadas por el Paraguay (con el Pantanal y los afluentes occidentales, entre ellos el Bermejo y Pilcomayo, como áreas de aporte) ingresan al Paraná cambiando su configuración debido a este exceso de carga suspendida. El Paraná superior (desde Ituzaingó hacia el norte) tiene su lecho de roca (Formación Serra Geral) con características de río entrelazado, mientras que el Paraná medio (desde esa localidad hacia el este y luego al sur) con lecho de arena, se ajusta mejor al modelo de río anastomosado.

Al Sur del Carcarañá ya conoce el Dr. Segovia mi opinión de dónde vienen los aportes sedimentarios. Y en todos los casos estamos hablando de llanuras extremas… y del sol.

Los finales de los procesos regresivos sin duda me facilitan imaginar la erosión profundización de cuencas. Tales como las del “cañón de Mar del Plata” en el borde el talud oceánico que sirvió de salida a las aguas del estuario devenido escuálido río.

Hoy las aguas y sedimentos del estuario salen por el cono de sedimentación en el talud oceánico frente al Chuy y siguen sus viajes por más de 2.000 Kms en el océano profundo.

En todos estos panoramas estamos hablando de llanuras y poco importa a cada uno de los presentes de esos tiempos pasados, lo que había abajo de sus pies.

Había agua, había fenomenales aportes de sedimentos cordilleranos, había ríadas al Oeste de Macachín que aún hoy descubren las formidables energías que por allí corrían y había un brazo de Thetys inmenso para ir rellenando sin necesidad de pensar en olas oblicuas y vientos que fueran precipitando la interminable sucesión de cordones litorales de salidas de estas ríadas, que ni aunque estuviera ciego imaginaría sus deposiciones eólicas. El ancho de sus secuencias me ilustra de energías muy superiores a las que hoy descubrimos en los cordones holocénicos.

Por estas diferentes visiones de los procesos de formación de nuestras pampas onduladas y deprimidas, al sistema de Serra Gral le atribuyo mucho menos energía y sedimentos que a los abanicos de los paleo sistemas del Pilcomayo y Bermejo. Y del Carcarañá para el Sur… ni hablar de Serra Geral alguna.

Las descendencias de los depósitos sedimentarios y la energía vehicular del H2O trascienden en las llanuras con un orden maravilloso, que a pesar de los millones de años transcurridos dejan huellas que muy bien el Dr. Segovia describe siguiendo a sus pares en:

La región de las Cañadas, tiene depresiones de traza recta o con curvas de ángulo poco pronunciado que, en general miden entre 150-400 metros de ancho y decenas de kilómetros de longitud, y se suceden con un patrón subparalelo determinado por la orientación de los bloques tectónicos. Tienen orillas de pendientes muy leves, más que bordes definidos, y registran fajas de transición entre las cañadas y los terrenos más altos. En el proceso de formación adquiere relevancia la escasa pendiente que presenta la región.

Es posible observar que el grado de integración de la cañadas va aumentando paulatinamente de norte a sur (fig. 16), ello debido a la variación de la pendiente, que va desde valores muy bajos a 2% en el sur. Las cañadas actúan como vías de escurrimiento, con un flujo de agua con características particulares, que pueden ser genéricamente descritas como una transición entre un verdadero flujo de cauce y un flujo no encausado (overland flow) (Iriondo, 1991). El tectonismo actual y la tropicalización del área, que muestra una reactivación de la dinámica hídrica, está produciendo una incipiente erosión retrocedente.

No necesito imaginar en estos procesos sedimentarios, aporte tectónico alguno.

Los cordones de Pipinas (hoy 19 m) y Villa Gesell no los imagino eólicos, ni pleistocénicos tardíos, aunque los mantos de sus lomos algo de la Postrera exhiban. Por cierto, ni aunque estuviera ebrio los atribuiría a las aguas y sedimentos de Serra Geral.

La dirección de sus trazas me los descubre como cordones de cruce de grandes excedentes, acoplándose a las dinámicas del borde continental que ya se manifestaban en la dirección que hoy lleva la corriente de Malvinas.

El gráfico anterior rescatado de su trabajo me acerca la definitiva estimación de que, si bien el final de los viajes concluye en el cordón de Villa Gesell, o en el de Pipinas o en los servicios advectivos del sistema paranaense, no es a confundir los orígenes de estos viajes sedimentarios.

La imagen habla de los del Carcarañá al Sur, bien diferenciados de los del Norte; pero se ahorra de relatar de las -como mínimo-, 3 vías de salida de estos sedimentos cordilleranos del Sur, advectados por los serranos Vº, IVº y IIIº y concluyen en el último caso (Carcarañá), advectados por las aguas paranenses

La conclusión que imagino acercar estos comentarios es que la voz “llanura” está ligada a los procesos convectivos y advectivos y por ende, al sol. Titular medular de toda la Vida y sus transformaciones, aunque en las pendientes y los procesos tectónicos estemos atados a la mecánica gravitacional que simplifica nuestro pienso luego existo.

La geología se asoció a la mecánica de fluidos y a la paleontología . Ahora tiene que despejar las sombras que ocultaron al sol y entender cómo se relaciona la energía solar con los sedimentos y las aguas. Esa es la pregunta que empezaré a redactar para uno que vive en Harvard y siempre dice que hay otras formas de mirar, que no por hidrodinámica.

Está demasiado claro que del Carcarañá al Sur otras son las sendas de estos ecosistemas

En esta imágen el amarillo resalta la existencia de regímenes diversos. A ella van las imágenes que se descubren bien concluyentes en el /uruguay5.html De cuando un enorme río muta a estero y no deja cauce

El encierro frente a Nueva Palmira

Avatares geológicos nada valorados

   
 

Frente de salida paranaense: 66,66 Kms ¿Unificado?

En adición de cegueras, a las salidas del Paraná de las Palmas las han liquidado. Ver causa FSM 38000 en el Juzgado Federal en lo criminal Nº1 de San Isidro, respecto al Emilio Mitre.

http://www.hidroensc.com.ar/incorte195.html

http://www.hidroensc.com.ar/incorte203.html

http://www.hidroensc.com.ar/incorte204.html

http://www.hidroensc.com.ar/incorte205.html

http://www.hidroensc.com.ar/incorte206.html

http://www.hidroensc.com.ar/incorte207.html

http://www.hidroensc.com.ar/incorte208.html

http://www.hidroensc.com.ar/incorte265.html

 

El descubrir en el Delta inferior, en la línea que va de Martín García a Zárate una infinidad de afloraciones de 15 a 25 m de altura, que no nos queda más remedio que estimar continuación de los afloramientos precámbricos de Martín Chico y Martín García y no haber jamás recibido noticias de la geología, la hidrología, sedimentología, estratigrafía deltaria, expertos en humedales y fitogeografía, nos deja algo más que sorprendidos.

¿Cómo hicieron para historiar los avatares de este enorme mar interior que en el reciente Holoceno llegaba hasta Diamante sin reconocer esos dientes multimillonarios en años?

¿Como hicieron para no darse cuenta que estas afloraciones obligaban al curso del Paraná a tomar un ramillete de rumbos de salida al estuario?

¿Cómo hicieron para no darse cuenta que el art. 2º de la ley 25688 que refiere de la unificación de los cursos para salir al gran cuerpo receptor contradecía esta realidad en nuestro más importante cuerpo de agua? Si no lo advertía la ciencia, ¿quién despertaría a los legisladores de su error?

¿Si con el más grande curso de agua son capaces de dejar pasar semejante error, cuándo advertirán del encierro que estos desarrollos deltarios del Paraná provocan en sus vecinos río Uruguay y río Luján?

¿Acaso no se dan cuenta que el Luján está muerto y los tributarios urbanos del Oeste aún peor?

Si no lo dice la ciencia, ¿acaso esperan que lo diga un legislador, un juez o el burro del hortelano?

Parece que es el burro del hortelano el encargado de dar la noticia. Y también parece que el burro del hortelano está denunciando penalmente al CONICET para que éste informe quiénes de sus miembros fueran los responsables de este silencio, de estas veladuras, errores o como quieran llamarlos.

¿Acaso hay que tener título de científico para darse cuenta si un río está muerto? ¿O basta con abrir los ojos para darse cuenta que sus aguas no se mueven? ¿Acaso con dinero del Banco Mundial o del BID resolverán esta ceguera?

¿Acaso hay que ser científico para darse cuenta de los robos de 3/4 partes del ancho del cauce en los últimos 120 años? ¿Acaso hay que ser camarista para darse cuenta que semejante cuestión no es para enviar a un tribunal tigrense donde se cocinan estos vicios de centenaria data?

¿Acaso estos crímenes hidrológicos e hidrogeológicos seguirán tapados con marketing?

¿Acaso hay algún municipio que no tenga leones cuidando el corral de cebras?

¿Acaso hay algún tribunal, otro que tigrense, que querría hacerse cargo de juzgar estos crímenes?

¿Qué Juzgado Federal en lo Civil y Comercial está preparado para mirar por las remediaciones de estas aberraciones? ¿Acaso son de confiar peritos que nunca las han denunciado?

Si un principio de la libertad y la responsabilidad está en el conocimiento ¿cómo no habríamos de juzgar en primer lugar el silencio de la ciencia frente a estos crímenes durante décadas?

¿Acaso alguna vez redactaron una mísera carta documento alertando o describiendo en la justicia estas miserias? ¿Acaso se necesita un presupuesto curricular para hacerlo? La respuesta las está dando un burro.

Ver en estos gráficos de nuestros científicos, si hubiera algo rescatable de todo ésto que denuncio.

Al parecer, con poner nombre y hacer rayitas la conciencia queda resuelta.

 

¿Qué provecho, qué alerta, qué coincidencia regala este gráfico con los crímenes que nunca vieron?

Los floodmaps que siguen nos van alertando de los perfiles de suelo emergente a las distintas cotas.

Es bien visible el tapón en lo que dan en llamar "Delta inferior". ¿Cómo es que nunca advirtieron el formidable tapón en todos los tiempos geológicos? ¿Cómo es que no encienden la luz de alarma del encierro que se va gestando frente a Nueva Palmira y la pérdida de velocidad de los flujos del río Uruguay? ¿No les da vergüenza que un burro lo diga? ¿Cómo no habría de denunciar ese silencio? ¿A quién beneficiaría?

¿No les preocupa que la mayor cantidad de caudales marchen hacia el Guazú, Sauce, Bravo y Barca? Y en adición de cegueras no prospectiven el devenir mediterráneo de Buenos Aires. Y en adición de torpezas se dediquen en este mes de Octubre del 2016 a legislar sobre 80 Has de acreencias frente a la ciudad universitaria. ¿Hay alguna forma de ser más inconciente? Si no es el burro del hortelano, ¿quién los alertará?: ¿La ciencia?

 

Con 7 metros arriba del perfil promedio de 2 m del suelo en el Delta inferior y en el no tan interior, vemos la interminable cantidad de obstrucciones que se cruzan al equilibrio de las dinámicas de estos ecosistemas. Menos mal que esas obstrucciones lucen como tales al ojo mecánico y no al termodinámico. Pero aún así, sorprende que nunca hayan hecho este planteo de semejante cantidad de perfiles sobresaliendo y mucho menos alertarse de lo que fueran: si antrópicos o naturales; si albardones o algo más colosal que nunca quisieron destacar. ¿Y por qué albardones aquí y no un poco más al Norte?

Seguimos subiendo y ya en cota de 11, 13, 15 y 17 m la cuestión no deja de sorprendernos.

 

 

 

En cota 24 m rescatamos tres puntos y vamos por imágenes de google earth para mejor verlos.