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Las áreas blanco-amarillentas-azuladas corresponden al transporte sedimentario del Missisippi. Las más saturadas, luminosas y acromáticas, al petróleo.
Las tres imágenes que siguen muestran la acción de los reflujos mareales sobre esta pata de salida; mostrando sus alcances de penetración mayor vulnerabilidad por los accesos del Oeste. La misma morfología de cada uno de estos delgados brazos muestra tendencia a canalizaciones longitudinales al Este y transversales al Oeste. En el corredor central en el tope izquierdo de la imagen se advierte un largo perfil hidrodinámico marcado en sus bordes con petróleo fruto del paso de una embarcación. Este detalle se advierte mejor en la última imagen. No obstante ser las aguas dulces más livianas que las saladas, sus energías convectivas sumadas a la carga sedimentaria que transportan, parecen enfilar al Sur ocultas por debajo de la rauda marcha de los reflujos empetrolados hacia el Norte interior.
La riqueza de estas plumas acerca noticia de la energía de interminables corredores; que aunque disociados, marchan relativamente apareados a un primario destino hacia el Oeste. También muestran algo del nivel de energías internas y externas que traducen estas morfologías deltarias. Muy distintas en nuestro delta paranaense, que en el sector de 80 a 100 Km2 vecino a las riberas urbanas, encuentra un área al Oeste del Emilio Mitre cuyos flujos están desde hace décadas en estado catatónico. Esas áreas son hoy la mayor advertencia de nuestras inadvertencias del pesado destino transicional que le cabe a la inevitable Buenos Aires mediterránea. Inadvertencias que reclaman apuntar en primerísimo lugar a los vuelcos de barros y efluentes en las áreas que siguen a las inmediaciones de los canales de acceso. En ese tapón se juega la escala de la fatalidad del cadáver que velaremos durante 200 años. No advertir a nuestros tributarios urbanos muertos es fruto de cosmovisión hidráulica que se ha ocupado durante más de un siglo de fabricarles sarcófagos a medida a cada uno de ellos y hoy no está en condiciones de firmar un certificado de defunción sin conllevar catarsis académica en un colectivo de escala monumental; insignificante, sin embargo, comparado al daño que han hecho y siguen haciendo a la Naturaleza, a sus energías y a sus relaciones. Gracias Querida Alflora por despertarme cada mañana. Francisco Javier de Amorrortu, 15 de Septiembre del 2011
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