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Ayuda

En aprecio a un joven anciano holandés que conoce de puertos todo el alfabeto: de la A. a la Z. y que tal vez, por tener alma de niño está mejor dispuesta a mirar novedades, considero a estas expresiones como devolución a sus cálidos aprecios.

Mi curiosidad por estos temas empezó mirando las salidas de los tributarios urbanos al estuario hace algo más de doce años. Allí advertí que la única explicación a la dirección de salidas era termodinámica. Y de allí en más la sedimentología, la geología, la hidrogeomorfología histórica, la dinámica costera, todos sus criterios me invitaron a abandonar el ojo mecánico.

Solo reconozco dos empujones que me hicieron sentir que no estaba solo en estos cambios de catecismo: unos comentarios muy ajustados de Gregori Koff, titular del Laboratorio de Desastres Geológico de la Academia de Ciencias de Moscú que hiciera dos oportunos y bien paradojales comentarios al plan maestro del Salado y a las salidas de las canalizaciones obradas a la bahía de Samborombón y el concepto de “costas blandas” regalado por los mecanicistas holandeses, que de todas maneras nunca trascendieron en mayores explicaciones.

La historia comienza por los viajes de los sedimentos fluviales fundando suelos tan extensos como los de la provincia de Buenos Aires o plataformas continentales como la austral. Aquí tenemos oportunidad para advertir sus trascendencias que muchos atribuyen en mayor medida a sedimentos eólicos, siendo mi opinión, que en el mejor de los casos lo eran en la menor medida.

Así por caso disiento con los muy nobles Iriondo y Kröling respecto al mar que ellos llaman paranaense y a cambio llamo pampeano con sedimentos en su mayor parte cordilleranos.

El caso es, que sin estar abiertos a mirar por estos temas de los viajes de los sedimentos, toda la geología queda congelada en la mirada mecánica. Y por considerar que el 23 % de la energía solar que alcanza la tierra viene aplicada al movimiento de los fluídos y que hasta los mismos vientos responden al sol, no me preocupa cuánto más complejo resulte el seguimiento mirando por ls energías del sol atesoradas en los suelos húmedos, en las aguas someras y por fin en los sedimentos, que son el último recurso de acumulación que cuentan para los prolongados viajes de los corredores de aguas dulces en los mares y profundos océanos.

Al guardar memoria de sus tránsitos en los fondos, nunca los satélites los descubrieron en su memoria allí en los fondos guardada, lejos de manifestarse en la superficie de los mares.

Orientando nuestras miradas a los puertos, son las escolleras y los trabajos de mantenimiento de los canales de acceso los que nos ponen en alerta de las dificultades; que siempre han sido resueltas o al menos lo intentan, con criterios propios de mecánica de fluidos.

Nunca advirtieron cuál es el aporte que las energías convectivas acumuladas en los esteros aledaños a las pequeñas y grandes sangrias hacen al sostén de sus dinámicas. Si no lo hicieron en planicies inmensas, cuánto menos se habrían de preocupar por ellas en las ajustadas escalas que tienen los puertos. Pongamos piedras, tracemos el canal y todo vendrá resuelto.

Me ha tocado en suerte apreciar a Newton, pero no ser uno más de sus catecúmenos. Y por ello lo primero que advierto es la rigidez de los planteos mecánicos frente a la delicadeza de los enlaces entre ecosistemas que se pasan unos a otros esas energías solares, sin nunca perder aliento.

Vuelvo a recordar, que por algún milagro ya el glosario de la le prov 11723 nos desasna señalándo el meollo termodinámico que carga la voz ecosistema. Las maldiciones que carga el apóstata que redactó este glosario no las quiero imaginar.

Pero el caso es que, sin considerar el bruto paredón térmico que carga el pobrecito Riachuelo en su frustrada salida al estuario, con las frías profundidades de las aguas del Dock Sud, a las que se suma la boca abierta para el ingreso directo de las frías aguas mareales, nunca entenderán por qué está muerto desde Abril de 1786.

Si el cauce que le han dejado al pobre Matanzas guardara las apropiadas características que rconocen las cajas termodinámicas para favorecer advecciones en función de un gradiente térmico de ligera menor temperatura, este problema sería un poquito menor. Y digo solo un poquito menor, porque para superar ese paquete de más de 10 m de aguas frías en el Dock Sud se necesitan ver multiplicadas unas cuantas calorías, amén del soporte morfológico para favorecer sus delicados intercambios térmicos.

No olvidemos que la 2º ley de la termodinámica es lo primero que queda descolocada, fuera de toda verificación. Las aguas con más de 0,2º de diferencia quedan disociadas y no hay 2ª ley de termodinámica que lo resuelva.

Por el momento no estamos hablando de transporte de sedimentos, sino tan solo de comunicación en cuerpos interiores de agua. Pero si a ésto sumamos el hecho de que los sedimentos también precipitan allí donde se manifiesta esa capa límite térmica entre vecinas aguas, ya entonces tenemos el entretenimiento adicional de mirar por sedimentaciones donde menos las queremos imaginar.

Así por caso, los reiterados esfuerzos por sumar dragas a las tareas de la hidrovía, sin jamás querer mirar un segundo por estas condiciones que ponen, tanto las materias vehiculares, como los sólidos transportados. Y así con fuerza bruta siguen insistiendo en que la solución es poner una 5ª draga en acción. Al menos esta 5ª draga será de refulado y la pronta emergencia de los previos refulados de 30 años regalarán estas cajas adibáticas abiertas que se ocuparán de acumular y transferir esos alimentos solares a las torpes sangrías allí cavadas.

Hacer tajos en el fondo y no mirar por el perfil transversal adecuado que permita el acople de las brutas energías convectivas acumuladas en las aguas del estuario, es ser muy …mecánico de cañerías.

Por cierto, el Paraná de las Palmas reconocerá algún día por parte de estos catecúmenos de Newton algún aprecio por los límites ecológicos que guarda esa hidrovía. Por ahora, “vade retro satanás” y no nos compliques la Vida que con nuestras poderosas dragas ya te ganaremos la partida.

Eso no es lo que este burro está pensando para el nuevo puerto “Alflora” de aguas profundas. En primer lugar porque a Alflora le interesa muy poco la fuerza bruta. Y en segundo lugar porque allí mismo, a la vera de este anteproyectado puerto sube un racimo de corredores d flujos que se lleva puesto al doble de velocidad todo lo que encuentra en su camino.

No tengo la menor idea de cuál fuera la diferencia de temperatura que llevan estas aguas en la unión con las que bajan por la costa bonaerense: Pero si advierto que las sedimentaciones por capa límite térmica no se producen en el eje de salida de la bahía, sino en lo que damos en llamar el banco del codilllo, bien anterior al escalón de la Barra del Indio; que paradojalmente, y a pesar de que los sedimentólogos hablan de floculación sedimentaria en ese frente estuarial, ese escalón se mantiene por milenios limpio.

Este tipo de inferencias me obliga a poner la mayor atención en la temperatura que tengan las aguas en el interior del nuevo puerto de 15 m de profundidad. Porque si salen frías se acaban todos los sueños. No estamos en condiciones de cerrar los ojos a este pequeño detalle, porque este es un anteproyecto que presume considerar estos temas con particular atención a mirar termodinámicamente por ellos.

Necesitamos acercar calor a estas aguas frías. Y al mismo tiempo sabemos que si el enlace cuenta con soportes morfológicos y oferta de caudales adecuados, las diferencias tal vez queden saldadas y haya asociación de energías, que de nada sirve tenerlas disociadas.

Por ello hablamos de caja termodinámica y por ello festejamos a este corredor de flujos descubierto el 15/8/2009, por estimar que de él saldrán estos recursos para acoplar a las aguas interiores del puerto.

Pues no se trata solo de advertir el valor de las costas blandas y bordes lábiles para oficiar transferencias; necesitamos recursos convectivos para verlos transferirse por ellas.

Y estos recursos son los que suben a por las riberas de la bahía, que con toda la delicadeza del caso tenemos que introducir por la parte trasera del puerto.

Entendidas estas necesidades, que por cierto jamás fueron planteadas en el diseño de ningún puerto, introducimos el valor de disponer de recursos termodinámicos, no solo para ver mover las aguas, sino para que estén bien dispuestas a cargar los sediementos que sea, sin volcarlos en la puerta de casa o en el sendero que lleva a mayores profundidades.

Sabemos que la 2ª ley de la termodinámica no se cumple porque le falta este pequeño bruto detalle de los gradientes térmicos. Tenemos que resolver esta falta de aprecios de la ley, poniendo a trabajar los nuestros.

Aquí en este rinconcito del estuario tenemos todos los recursos naturales en calores y caudales para apreciar las menores temperaturas interiores fundantes de la advección y así a la búsqueda de sus enlaces y provechos.

Ya ha quedado resuelto el problema de las escalas de movimiento de suelos. También ha quedado mucho más facilitado el acople al sistema de corredores Alflora porque ya estamos saliendo montado en ellos.

Ahora resta mirar por este tema de los acoples de energías convectivas sabiendo que las tenemos multiplicadas en las más afortunadas cercanías.

También sabemos que si un día sobra algún dinero para comenzar a traerlas del río Samborombón que está un poco más lejos, y aún más lejos las del Salado, dejaremos de seguir fabricando sarcófagos con pretensiones hidráulicas que solo sirven para fondear sedimentos.

Sin recursos convectivos de nada sirven estos fideos sarcofágicos que ya al pobre Newton, a pesar de su prestigio tienen indigesto. Estimados catecúmenos, háganle un regalo y cambién el menú.

Recuerdo que hace un par de décadas me explicaron en la hoy DIPSOH, que los rusos habían señalado la necesidad de canalizar las obranzas en planicies extremas con un buen margen de suelos laterales libres de los movimientos de la sangría tallada en el medio.

También señalaban la importancia de que esas márgenes estuvieran siempre húmedas. Me resultó curiosa esa ajustada indicación, sin más explicaciones que las que aquí acerco.

Hoy entiendo que muy simple hubiera resultado explicar lo que seguía. Y ésto era, que los suelos húmedos conforman formidables cajas adiabáticas naturales y abiertas para acumular y de continuo transferir esas energías que caracterizan a los sistemas econvectivos asistiendo las dinámicas de los ríos de llanura.

Hay una primera advección que es lateral: del borde a la sangría; que luego las encarrila en su propia advección. Estas 2 pequeñas imágenes lo ilustran.

Haber dado esa explicación habría reconocido haber transitado el abismo que media entre mecánica de flujos y termodinámica de sistemas naturales abiertos, en donde hasta el concepto de entropía queda mirando a sus orígenes en la más antigua filología de Occidente.

En el siguiente esbozo de estas ayudas veremos de entender los orígenes y compromisos del cordón pleistocénico con estas energías, pues aquí también estimamos el sentido de acercar nuestras diferencias.

Agradezco a mis Queridas Musas Alflora Montiel Vivero y Estela Livingston todo el pienso que cercan a este burro despistado de recursos catecuménicos.

Francisco Javier de Amorrortu, 18 de Mayo del 2016